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El aroma a café y la calma de mi estudio en la Ciudad de México eran mi santuario, mi paz, un mundo que construí lejos de las ruinas de mi vida anterior. Un número desconocido vibró en mi teléfono y, sin saber por qué, contesté. "¿Sofía? ¿Sofía, eres tú?" La voz de Rebeca, de un pasado que creía enterrado, me heló la sangre. "Mi tono fue más frío de lo que pretendía: "¿Qué quieres, Rebeca?"" Una pausa incómoda. "Es sobre Mateo. Él no está bien. Desde que te fuiste, todo se ha ido al diablo. ¡Te necesita!" El nombre de Mateo Serrano, mi primer amor, mi prometido, el hombre que me destrozó frente a doscientas personas, resonó como una piedra en el estanque de mi estudio. Una risa seca escapó de mis labios: "¿Me necesita? ¿Ahora? ¿Después de cinco años?" Su voz se llenó de una urgencia extraña: "Él se equivocó, Sofía. Camila lo manipuló, le llenó la cabeza de mentiras. La familia Serrano está desesperada. Quieren que hables con él, que lo perdones." Recordé la noche de mi compromiso: Mateo en el escenario de la mansión Serrano, con un micrófono en la mano, su rostro contorsionado por una furia que no entendía. " "Sofía no es quien ustedes creen," había gritado. "Ella ha estado jugando conmigo todo este tiempo. Su corazón le pertenece a otro, un amor prohibido del que nunca me habló. Me usó como un sustituto, como un escalón." " Luego, Camila subió al escenario, tomó su mano, mientras él anunciaba que rompía nuestro compromiso y se iba con ella. Me quedé sola, el anillo de diamantes como un trozo de hielo, bajo la mirada de cientos de personas que murmuraban y juzgaban. " "Rebeca," dije, mi voz ahora tranquila, vacía de toda emoción. "No entiendes. Tu llamada llega cinco años tarde." " " "No, Rebeca, no lo entiendes en absoluto," la interrumpí, y por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa genuina se dibujó en mi rostro." " "Estoy casada, Rebeca. Tengo un esposo maravilloso, un hombre que me ama por quien soy, que confía en mí y me respeta. Su nombre es Diego." " "Acerqué el teléfono a la ventana, donde se escuchaba el ruido de la calle y una risa infantil." " "Y tengo un hijo. Se llama Leo, y acaba de cumplir cuatro años. Él es mi vida, mi felicidad." " El silencio al otro lado de la línea fue absoluto. " "¿Qué? ¿Casada? ¿Un hijo?" La voz de Rebeca era un susurro incrédulo, casi cómico. "No... no puede ser. Nadie sabía. Pensamos... pensamos que estabas sola, sufriendo." " " "Pues pensaron mal," dije, mi voz adquiriendo una dureza protectora. "Así que dile a Mateo, y a su distinguida familia, que me dejen en paz." " " "No tengo nada que perdonarles porque, para mí, ustedes ya no existen." " Colgué, dejando el pasado en el pasado. Mi vida, mi felicidad, mi familia: esa era mi verdad ahora.