ad de México eran mi santuario, mi paz, un mundo qu
bró en mi teléfono y, si
z de Rebeca, de un pasado que cr
de lo que pretendía: "
l no está bien. Desde que te fuiste, t
o, el hombre que me destrozó frente a doscientas person
labios: "¿Me necesita? ¿Ah
amila lo manipuló, le llenó la cabeza de mentiras. La familia Serr
io de la mansión Serrano, con un micrófono en la mano,
ndo conmigo todo este tiempo. Su corazón le pertenece a otro, un amor proh
nuestro compromiso y se iba con ella. Me quedé sola, el anillo de diamantes como
la, vacía de toda emoción. "No entiend
la interrumpí, y por primera vez en mucho tiem
lloso, un hombre que me ama por quien soy, que
a, donde se escuchaba el ruido d
, y acaba de cumplir cuatro años
ijo?" La voz de Rebeca era un susurro incrédulo, casi cómico. "No... no
una dureza protectora. "Así que dile a Mateo, y
onarles porque, para mí,
asado. Mi vida, mi felicidad, mi