amos a Leo dormir plácidamente en su cuna. La luz de la luna se col
o, su presencia era un anc
Tú no hiciste nada malo. Elegiste ser
uetones de Leo y el olor del desayuno que Diego preparaba. Pasaba mis días inmersa en mi pasión, creando diseños que llevaban mi nombre, no el d
o de eventos sociales, de expectativas, de una presión constante por ser la pareja perfecta para
ra. Mateo y yo éramos inseparables desde niños. Él era el aventurero, el que me animaba a trepar árboles y a exp
amos unos diez años, senta
dad de un niño que hace una promesa sagrada. "Y viviremos en una cas
remos un perro lab
ió él. "Y seremos f
ofía y Mateo", decían siempre. "Están hechos el uno para el otro." Crecimos con esa
e empresas y yo en diseño de modas, nuestra relación se c
os respectivos campos. Especialmente cuando Mateo comenzó a trabajar formal
de Mateo la contrató como una especie de mentora para él, para que lo guiara en los aspectos creativos del negoci
alculada. No vi la sombra que comenzaba a cernirse sobre mi "felices para siempre". Ella no era solo una mentora. Era el principio del fi