/0/9097/coverbig.jpg?v=9d346d8b38198859796883073e9e555e)
Fleur es una chica muy intrépida trabajadora y muy responsable, tras la muerte de sus padres se ve en la necesidad de forjar su propio destino. Una organización delictiva fue la responsable de la muerte de sus padres por lo que ella no desea saber nada de ese mundo por lo que intenta alejarse de todo lo que le parece ilegal y peligroso. Por casualidades del destino conoce a Michael Lewis, un misterioso hombre que la salva de ser abusada una noche en un bar por dos sujetos, para luego convertiste en la niñera de su hijo. Ellos dos empezarán a enamorarse sin ser conscientes ¿Pero que pasará cuando se de cuenta de que su nuevo jefe es también el líder de la banda delictiva que mató a sus padres?
-Te lo aseguro amiga, el día de hoy tú y yo salimos con novios ricos- dijo Míriam al llegar al bar donde la había obligado a ir a pesar de sentirse cansada y sin ningunas ganas de salir.
- Yo solo quiero tomarme un Martini y volver a mi casa - Aseguró Fleur quién no las tenía todas, su amiga era asidua a encontrar algún chico guapo y desaparecer con él.
Cómo era de esperar, Míriam no tardó en coquetear con todo lo que se le ponía enfrente, sobre todo si tenía la apariencia de tener dinero, hasta que desapareció, dejándola sola.
-Perfecto- dijo, hablándole al joven de la barra para cancelar su deuda y marcharse.
Fleur pagó su copa y le sonrió al camarero para despedirse, más no pudo marcharse. Frente a ella estaban un par de hombres impidiendo su paso.
-Mira qué linda señorita tenemos aquí- dijo el más alto de los dos.
-Si me permiten, me estoy yendo- se excusó Fleur haciéndose a un lado y volviendo a intentar alejarse.
El otro sujeto la tomó de la mano, obligándola a volver sobre sus pasos, quedando en medio de ellos.
Eso solo hizo que Fleur se mordiera los labios nerviosa, maldiciendo a Míriam por haberla dejado sola, pero también buscando con su mirada que alguien viera la situación en la que se encontraban y tratara de ayudarla.
Nadie, ni una sola alma de su alrededor, parecía dispuesta a dar un paso hacia delante y ayudarla, por lo que no le quedó de otra más que quedarse quieta entre esos dos pesados sujetos.
-¿Cómo te llamas pequeña ratona?
-No le digas así, si está asustada es por tu cara fea.
Bromearon entre sí, sin dejar de mantenerla en medio de ellos.
-Porque mejor no la invitamos a unos tragos, puede que así se relaje un poco.
-Tienes razón, ven con nosotros a nuestra mesa, pequeña ratoncita.
Fleur odió ser llamada de esa manera, pero lo mejor era no decir nada y no llevarles la contraria.
No tenía de otra, porque entre más miraba a su alrededor, menos esperanzas, tenía de que alguien la socorriera, así que desistió a resistirse y los acompañó, ya vería como alejarse antes de que sucediera nada malo.
-Traigan más botellas de whisky y vino para la joven.
-No, yo solo los acompañaré a beber, no beberé nada.
-Por supuesto que no, ratoncita, tú beberás con nosotros y te divertirás, lo has entendido - le ordenó el que parecía el jefe del par de acosadores, tomándola del mentón sin ninguna delicadeza.
Michael no acostumbraba a salir solo, normalmente iba acompañado de alguno de sus hombres. Pero aquella había sido una mala semana que culminó en un peor día en el que simplemente quería fingir ser un tipo común sin demasiadas preocupaciones y beber un par de copas sin que nadie le estuviera lamiendo el trasero.
- Una botella de bourbon - pidió sentándose en la mesa del fondo, una que estaba en la penumbra y en la que para verlo había que acercarse bastante. En cambio, él, desde allí, podía observar todo a su alrededor.
Y lo primero que observó le gustó poco, aquellos dos hombres increpando a una mujer que no parecía muy feliz de sentarse en su mesa.
«No te metas, Michael, no es asunto tuyo»
Se dijo a sí mismo mientras se llevaba el vaso de bourbon a los labios y bebía un poco sin apartar la vista de esa mesa, apretando los dedos alrededor del vaso al ver como uno de esos tipos obligaba a la mujer a verlo contra su voluntad.
Jamás entendería esos hombres que se creían más machos por humillar u obligar a una mujer a hacer lo que no quería, con lo increíblemente satisfactorio que podía ser seducirla.
Fleur, asintió a la petición tomando la copa llena de vino y bebiendo todo el contenido de golpe, lo que la hizo empezar a toser y provocó la risa de los dos hombres.
-La ratoncita parece que no está acostumbrada a beber.-La copa de Fleur volvió a ser llenada por sus acosadores.
-Anda toma otra- le indico el otro hombre con una voz que no admitía ningún tipo de réplica.
Para ese entonces, Fleur sabía que no le quedaba nada más que aceptar su destino.
Cerrar sus ojos y esperar que el licor hiciera su magia dejándola inconsciente para cuando esos hombres la llevarán a otro lugar porque tenía claro que eso pasaría.
-Mira como bebe, si ya decía yo que solo se estaba haciendo la mosquita muerta.- dijo uno de los tipos acariciándole la pierna.
-¡No me toques!- se quitó la mano de encima rápidamente -¿Quién te dio permiso de tocarme? ¡Me voy!
Se levantó de repente, ya sin miedo, el alcohol había hecho un gran cambio en la pequeña ratoncita. Dispuesta a irse a pesar de estar muy borracha.
Eso solo hizo enojar al jefe de los dos hombres, quien no dudó en abofetearla, haciendo que cayera de nuevo en el sitio donde había estado sentada.
Sin saber de dónde le vino, un fuerte puñetazo impactó en el rostro de ese hombre haciéndolo caer al suelo, Michael había estado observando todo y ya no podía aguantar más la desfachatez de esos hombres, pero lo que le hizo imposible contenerse fue ver como golpeaban a la mujer.
- No os han enseñado a tratar a una dama, ¿Verdad?
El otro tipo intentó golpear a Michael, pero él fue más rápido, lo agarró de la muñeca. La llevó tras su espalda y lo inclinó contra la mesa, quedando tras su cuerpo mientras le doblaba la muñeca, provocando con eso mucho dolor que el hombre gritó.
- Unos centímetros más y estará rota.- Aseguró observando al hombre del suelo quién sangraba por la nariz como un cerdo.- Ahora los dos dejarán que la señorita se marche y yo podré seguir tomando mi copa tranquilo, ¿entendido?
-¡Te irá mal si lo dejas marchar!- le gritó el hombre en el suelo al hombre que estaba contra la mesa con el brazo peligrosamente en las manos de ese hombre misterioso que se atrevía a retarlos.
El hombre de la mesa le tenía miedo a su jefe que trato de hacer golpear al hombre que le sujetaba el brazo, pero no pudo hacer nada, su muñeca fue rota y cayó al suelo llorando al igual que su jefe.
Por lo que ambos, se levantaron huyendo mientras lo amenazaban.
-Más te vale no aparecer frente a nosotros o te mataremos, entendiste.
Fleur se levantó solo para trastabillar y caer contra su salvador, sintiendo como todo le daba vueltas.
-Por favor sácame de aquí, tengo miedo...
Él negó, ¿Cómo iba a llevarse a una mujer borracha de un bar que no conocía de nada? Pero, por otro lado, no podía dejarla ahí en ese estado, así que a pesar de negar, simplemente la tomó de la mano y tiró de ella para llevarla hasta su coche.
- Perfecto - dijo que él al llegar a su casa y darse cuenta de que su borracha acompañante se había quedado completamente dormida en el asiento del copiloto.
La tomó entre sus brazos y entró con ella a su casa llevándola hasta la habitación de invitados, la dejó caer en la cama y se dispuso a marcharse cuando fue detenido por una mano que lo agarró del brazo.
- Por favor, no me dejes
Fleur no quería quedarse sola, todavía sentía miedo de que esos hombres regresarán, no sabía dónde estaba ni que había pasado, solo que ese hombre la acababa de salvar.
- Pero yo tengo que marcharme...
-Tengo miedo- se aferró a la mano de su ángel guarda, porque estaba segura de que era su ángel. El hombre a quien tenía sujeto de la mano.
- Estás en mi casa, nadie va a hacerte daño aquí, duerme- insistió él intentando apartarse de ella.
-Por favor...- volvió a repetirle haciendo pucheros, tirando de él hacia la cama, cada vez con mayor insistencia.
Michael suspiró y se dejó caer en la cama para atraerla contra su pecho, sintiendo como su corazón, que hacía mucho, parecía no tener vida, parecía empezar a palpitar de un modo en que no lo había hecho durante mucho tiempo.
- Duerme...- Fue lo único que le dijo, cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño que le llegó mucho antes de lo que imaginaba.
Fleur se despertó de pronto, la cabeza dolía. Pero no tenía tiempo para eso.
¿Qué hora era? Era hora de levantarse, todo estaba bien hasta que se dio cuenta de que no estaba en su casa.
Mierda.
Se dijo volteando a ver a su lado a un desconocido, lo que la hizo gritar y despertarlo.
-¿Pero quién diablos eres tú?-
Preguntó tratando de recordar, pero así de rápido como le cuestionó, le soltó un golpe cuando él se incorporó quedando sentado a un lado de ella.
Él se despertó de golpe al oír el grito, no estaba acostumbrado a dormir acompañado, mucho menos estaba acostumbrado a que nadie le despertara a gritos.
Tardó unos segundos en entender lo que sucedía cuando recordó todo lo que pasó en la noche anterior y justo iba a hablar cuando recibió un golpe.
- ¿Quieres hacer el favor de calmarte?- preguntó él intentando protegerse de otro golpe que la chica le iba a dar deteniendo su mano en el vuelo.- Pocas personas se han atrevido a levantarme la mano y siguen respirando.
Le advirtió Michael sosteniendo la otra mano cuando ella quiso golpearla de nuevo, haciéndola caer de espalda al colchón y posicionándose sobre ella para calmarla.
-¡Basta fierecilla!- exigió rozándose contra ella involuntariamente en un intento por controlarla y hacer que se estuviera quieta y dejara de patalear.
-¡Eres un delincuente abusador!
- No soy un delincuente y mucho menos un abusador - no lo era, pero el roce constante entre ellos y el forcejeo había hecho que cierta parte de él despertara y se hiciera notar en sus roces.
Ella sintió que su corazón latía cada vez más rápido, al mismo tiempo que su piel se erizaba en cada toque, en cada roce, perdiéndose en ese juego que sus cuerpos parecían dispuestos a tener sobre la cama, a pesar de lo que ellos dos sus dueños desearan.
Su instinto lo volvió mucho más agresivo, intentando dominarla, acariciando su cuerpo y teniendo que contener su deseo de ir más allá, perdiéndose por un instante en la mirada de la joven, en su cautivadora belleza.
Ella no podía dejar de querer verse reflejada en esa mirada, y por dios que bien se sentía estar entre sus brazos, pero no podía, no podía permitir que nadie entrara a su vida, no sin antes cumplir con sus metas.
-Me calmaré, solo si me das espacio- le prometió ella.
Ethan y Dylan viven obsesionados el uno por el otro desde el primer momento en el que por casualidad sus miradas se encontraron. Ella es una bailarina de striptease muy deseada por los clientes del bar Lux en el que baila, tras huir de su adinerado y estricto padre. Él es un rico heredero, con una doble vida, amante de las carreras clandestinas y el mejor en estas conocido en el bajo mundo con el seudónimo de Phantom. El romance entre los dos era algo que no podía evitarse, cuando el pide un baile privado con la estrella del bar Lux. ¿Qué sucederá cuando el padre de Ethan muera y él se entere de que no es el único heredero de su padre, si no que tiene una hermana con la que debe competir por la herencia? ¿Qué pasará cuando Dylan sepa que él amante con el que ha iniciado una tórrida relación no es otro más que su medio hermano? ¿Ganará el amor por el dinero o ambos sucumbieran a su pasión prohibida?
Cuando Ricardo, el Benjamín de los Villamonte vuelve a casa, tras cuatro años estudiando en el extranjero, conoce a Josefina, la hija de la cocinera, y se enamora de ella en cuanto la ve. En apenas 2 meses ya viven juntos y ella queda embarazada, pero la familia Villamonte no está deacuerdo, así que deciden librarse de ella y le hacen creer a Ricardo que ha muerto. Años después él ya se casó por conveniencia con una joven que no ama y el destino hace que se encuentre de nuevo cuando él la contrata como sumisa, aunque no se reconocen ya que ella debe llevar los ojos vendados, pero Ricardo queda completamente prendado con esa mujer, así que esta vez romperá sus propias reglas de no repetir jamás con la misma mujer y volverá a verla. ¿Qué sucederá cuando descubren quién es el otro y los secretos que los rodean?
¿Qué pasaría si antes de conocer a tu prometido conocieras al padre y te enamoras de él? ¿Y si ninguno de los dos revela su verdadera identidad y se dejarán llevar por ese amor hasta que fuera demasiado tarde? Cuando Danielle, una joven heredera Italiana de 19 años, acepta comprometerse con el hijo de uno de los socios de su padre, pone una única condición, pasará unos años gozando de su libertad en los Estados Unidos, solo así dirá si al matrimonio por conveniencia que quieren imponerle. Pero el destino es caprichoso y le gusta enredar los hilos que jamás deberían cruzarse. En su viaje Danielle conoce a Enrico, un hombre misterioso y mucho mayor que ella que resulta ser el padre de su futuro prometido con el que empieza una tórrida y enredada relación sin que ninguno sepa la verdadera identidad del otro. Amor, mentiras, erotismo y muchos secretos son la fórmula para llamar al caos. ¿Podrá este amor prohibido superar todos los obstáculos?
El dinero no puede comprarlo todo. Jeremy jamás creyó que esa frase no fuera cierta hasta el día en que escuchó esas tres palabras que lo rompieron por completo "Ella no sobrevivió". En ese instante pudo sentir su mundo perfecto desmoronarse. Por mucho dinero que tuviera, absolutamente nada podría devolverle al amor de su vida, a su esposa, su hermosa Marie, y el responsable de todo era un pequeño bebé del que sin duda no quería saber nada. Había mantenido oculta a su esposa, lejos de la prensa y de su propia familia, pero aquello no podía durar mucho, su familia llegaría pronto para conocer al heredero que le habían impuesto para seguir siendo el CEO de la sucursal de su empresa en Washington. Dentro de su desesperación, conoce a Eva, una mujer sin recursos que acababa de tener un bebé la misma noche y le propone un descabellado trato. Ella se convertirá en su esposa y criará juntos a los dos bebés, el que ella había tenido y el de él. Solo había tres condiciones. No podía hacer diferencias con los bebés, jamás le revelaría a nadie la verdad sobre ellos y no podría divorciarse hasta que cumplieran dieciocho años.
Cuando la amiga de Noelia le crea un perfil en una página de contactos y la convence para vender su virginidad al mejor postor, su vida cambia radicalmente. Ella es una joven de 19 años preocupada por el futuro de su madre quien se ahoga en deudas, pero aún así es una persona soñadora y optimista. Él, un noble francés de 38 que dejó de creer en el amor hace mucho tiempo, pero jamás dejará de creer en el poder del dinero. ¿Dónde está el límite de lo que se puede comprar?
Lia es una chica curvi con el corazón roto tras la ruptura de su última relación. Ella está a la espera de que la asciendan en la empresa de electrónica en la que trabaja como becaria, cuándo recibe una oferta inesperada de Evan, uno de los dueños de la compañía. Evan quiere un matrimonio arreglado que a él le ayudará a verse como un hombre íntegro, y no como el mujeriego, superficial que todos creen que es, casarse con una mujer como lo es Lia le hará quedar bien ante los directivos. Por su parte Lia obtendrá y gozará de compensaciones económicas, además de salvarla de la vergüenza de haber sido engañada y dejada por su ex el cual está a punto de casarse. ¿Aceptará Lia el trato? ¿Terminarán Evan y Lia cautivos de su propio contrato?
Jennifer Bennett, la legítima heredera de los Bennett, luchó denodadamente por el reconocimiento de su familia, solo para verse eclipsada por una impostora. Enfrentada a falsas acusaciones, acoso y humillación pública, Jennifer acabó renunciando a ganarse su aprobación. Con la promesa de superar la injusticia, ella se convirtió en la pesadilla de quienes la agraviaban. Los esfuerzos de la familia Bennett por doblegarla no hicieron sino alimentar su éxito, llevándola a la altura con la que sus rivales solo podían soñar. Alguien le preguntó: "¿Te sientes defraudada por tus padres?". Con una sonrisa tranquila, Jennifer respondió: "No importa. Al final, el poder prevalece".
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Pensé que mi matrimonio podría seguir adelante. El amor platónico también era amor, ¿sí? Pero, estaba totalmente equivocada. Resultó que mi marido no tenía nada malo de cuerpo, todo esto solo porque no fui de su gusto. Conmigo, era un hombre anormal en la cama. Pero con mi madre, ¡podría hacer todo lo que ella deseaba! Y el día, ¡los encontré en la cama juntos! Sin querer afrontar a ellos, decidí saltar del puente. Pero un desconocido me impidió, y me ofreció una propuesta especial. Y yo la acepté, y le entregó mi primera vez por capricho. Después de una noche loca, hui de su casa pensando que nunca volvería a encontrarnos. Luego fui a la fiesta de compromiso de mi tía, y ella hizo alarde de su fiancé frente a mí. Pero este era el mismo desconocido que pasó la noche conmigo. ¡¿Y él pronto sería mi tío político?!
En opinión de todos, William se había casado con Renee bajo la presión. Ahora que su verdadero amor había vuelto embarazada, no podían esperar a que abandonara a Renee. Sorprendentemente, Renee fue sincera sobre la situación: "Para ser franca, soy yo la que pide el divorcio todos los días. Lo deseo incluso más que cualquiera de ustedes". Pero ellos ignoraron su comentario como un mísero intento de salvar las apariencias. Hasta que William hizo una declaración: "El divorcio está fuera de discusión. Cualquiera que difunda falsos rumores se enfrentará a consecuencias legales". Renee estaba confundida. ¿Qué planeaba hacer ahora este loco?
Todo el mundo pensaba que Lorenzo quería de verdad a Gracie, hasta el día de la operación de corazón de su hija. Para sorpresa de Gracie, Lorenzo donó el preciado órgano que necesitaba su hija a otra mujer. Desolada, Gracie optó por el divorcio. Impulsada por su necesidad de venganza, Gracie se unió al tío de Lorenzo, Waylon, y orquestó la caída de Lorenzo. Al final, este se quedó sin nada. Consumido por el remordimiento, él suplicó por una reconciliación. Gracie pensó que era libre de seguir adelante con su vida, pero Waylon la retuvo con un abrazo. "¿Pensaste que podías abandonarme?".