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Sarah Werne es una famosa escritora y abogada. Recibe la fotografía de una joven llamada Alicia Klisans y un mensaje anónimo. En el que se le pide que investigue la desaparición de la joven. Que fue vista por última vez cuando se dirigía a un ritual de medicina ancestral con unos amigos. Sarah comienza una incansable búsqueda de Alicia. El único sospechoso es el líder de la iglesia. Quien podría estar involucrado en la misteriosa desaparición. Sin darse cuenta de que el peligro acecha en el lugar y ella podría ser la próxima víctima.
Se encuentra aún en su casa cuando recibe aquella sorpresiva llamada.
En la mañana el clima ha mejorado y el sol está radiante, por lo que se dispone a dar un paseo. Las calles se hallan llenas de agua por la intensidad de las recientes lluvias.
Sarah enciende el coche y conduce alrededor de cuarenta minutos. Se dirige en dirección norte, donde se ubican las playas oceánicas de la isla.
Maneja con cuidado y le cuesta transitar por las vías anegadas. Los recuerdos vienen a su memoria, uno a uno. Las cosas no han cambiado mucho -pensó.
Solo algunas calles están asfaltadas, las otras siguen siendo de tierra, por lo que se hacen intransitables en tiempo de lluvia. Sarah tiene muchos años que no circula por la zona. No obstante, llega sin dificultad.
Busca la calle donde está la antigua iglesia. El paisaje la deja embelesada: flores, helechos y árboles frutales se observan dentro del espeso follaje al pie de la montaña.
Continúa conduciendo por la carretera que ya está asfaltada bordeando las faldas del Guayamurí hasta llegar a una casa color ocre.
A partir de allí, el camino es de tierra, tanto si sigue recto hacia el cerro como si cruza a la izquierda. Ese es el lugar que busca y se detiene a mirar, al tiempo que se sobresalta por la presencia de un hombre moreno que sale de aquel camino. Usa un jean gastado y lleva un machete en su mano derecha, con su torso desnudo que deja ver su musculatura.
Ella está sorprendida y nerviosa, pero debe afrontar la situación o regresar. Es la única persona que se ha tropezado en los últimos kilómetros recorridos. De inmediato piensa en entablar conversación con él, antes de descender del vehículo.
-No me bajaré hasta estar segura de que este hombre no representa peligro -se dice, mientras abre la ventanilla para conversar con él.
Se estaciona en la esquina por recomendación del desconocido, que se presenta como Cristian.
Sarah sabe que es un punto seguro porque a lo largo de veinte años la gente de la iglesia ha aparcado sus carros allí sin novedad alguna, pero finge no estar al tanto.
Le dice que se dirige hacia la propiedad de Sandro, que queda bajando a la izquierda. Cristian contesta, con amabilidad, indicando que vive al final del camino y que, en cinco años, no ha escuchado nada al respecto; sin embargo, admite conocer a Joaquín, el dueño de la casa donde está aparcando su coche.
Sarah es solitaria y tiene pocos amigos. Adicional a ello, quedo huérfana de padre y creció con una madre ausente, por lo que le toco vivir sola desde los 21 años, luego de su primera separación. Hasta el momento lleva dos divorcios y se ocupa de criar a sus hijos sola, situación que le ha dado la paciencia necesaria para actuar con cautela.
Su casa está en la ciudad, próxima al mar y cerca de la zona comercial. Gusta de la vida tranquila, cocinar y mantener su vivienda limpia, con la menor cantidad de muebles posible.
Pasa los últimos años instaurando un nuevo estilo de vida: deshaciéndose de las posesiones materiales, va saliendo de todo lo que ha acumulado durante años y solo deja lo que en verdad usa. Se considera una mujer decidida y distante que confía en su intuición. Sus pasatiempos consisten en practicar yoga, escribir y leer. Así pasa sus ratos libres, que son muy pocos.
La mayor parte del día, se dedica a investigar. El trabajo le absorbe mucho tiempo. Sobre todo cuando debe viajar. Ser escritora ha sido su deseo desde niña y lo disfruta al máximo.
Vuelve con una hermosa vista ante sus ojos. Dirige su mirada al cielo y observa las hermosas aves marinas. Ellas parecen suspendidas en el aire. No ve nubes, está claro lo que significa que esa tarde no lloverá.
Cristian comenta que dos días atrás, tuvo que remolcar un carro atascado en el fango. Sarah no quiere pasar por una situación así.
Con ayuda de Cristian logra ubicar el coche, bien próximo de la cerca de alfajor. La idea es no estorbar el paso de los vehículos, en el angosto sendero.
Se ocupa de cerrar su coche, agarra el morral y una vara larga para andar por el camino de tierra, mientras se despide de él.
Da cada paso, con mucho cuidado, de no resbalar. Procura pisar por las raíces y la arena seca, sorteando los baches del sendero. A pesar de ello, es inevitable que se dé un gran resbalón, logrando de nuevo el balance del cuerpo sin llegar a caer.
Recuerda que ha transitado ese camino, en las mismas circunstancias, se repite la historia. Sarah mira atrás, lleva unos minutos andando y voltea a ver la senda que ha recorrido. Siempre se pone nerviosa en lugares solitarios.
Hasta donde alcanza su vista puede ver solo tierra y vegetación abundante. Intenta llamar a su amiga Lucia, pero no responde.
Sigue caminando hasta que se ve pasando por la parte trasera de la residencia de Joaquín. Desde el sendero escucha música y el sonido del aire acondicionado encendido.
Un trecho más adelante, ve una morada deteriorada al borde del camino. Sigue a la izquierda, allí está la entrada del sitio que busca. Todos sus sentidos permanecen en alerta. Por momentos se culpa, no deja de pensar que es imprudencia de su parte adentrarse sola en un punto solitario. Sin embargo, pasa tantas horas en su estudio escribiendo que, de vez en cuando, necesita sentir emociones nuevas. Esto le ayuda a alimentar su imaginación de escritora con otras experiencias.
Mientras camina, supone que no conoce al hombre que vive allí, a pesar de haber escuchado hablar de él muchas veces.
Sigue caminando con cautela, debido a los ladridos de un perro. Ingresa a la propiedad y toma un sendero estrecho hasta que ve a lo lejos la casita de su amiga. Saluda con una mano a Lucía mientras se acerca y ambas se abrazan.
El sitio es hermoso, libre de maleza, con fuego encendido y la montaña al fondo. Están rodeadas de vegetación que les aísla, dando la sensación de privacidad.
-Qué gusto me da verte querida, han pasado tantos años. Me alegra mucho que estés aquí ¿Llegaste bien? ¿Y tu coche? ¿Dónde lo aparcaste?
Sarah mira a su alrededor y queda encantada con la naturaleza. La vista de la montaña y aquel valle donde se encuentran les transmite una sensación de paz indescriptible.
-Qué bueno que estés de vuelta en la isla -responde Sarah-. Me encanta poder compartir contigo, en este magnífico lugar. El coche lo aparqué en la casa de la esquina. Por cierto, me salió al paso Cristian, me dijo que aparcara allí sin problemas ¿Lo conoces?
-No lo conozco aún, pero Joaquín es muy colaborador ¿Te acuerdas de él?
-Toda la vida escuchando comentarios de él y aún no lo he tenido el placer -comentó Sarah-. Mejor hablemos de otra cosa, me entusiasmó mucho tu llamada. Me dijiste que quieres comenzar a organizar todo para abrir de nuevo la iglesia.
-Ese es mi plan, colocar el techo a la estructura que dejó Sandro e iniciar con los trabajos. Estamos en una isla maravillosa, todos quieren venir a Margarita. Pero, tenemos que contar con las condiciones mínimas para que estemos a gusto -sonrió Lucia.
Continuaron caminando hasta la casa y Sarah se pone cómoda. Lo primero es descalzarse para sentir aquella tierra suave bajo sus pies.
-Ven junto al fuego que tenemos mucho de que conversar -dijo Lucia.
Hablaron durante un rato y merendaron un rico postre con café. Ella ha regresado después de pasar cinco años en Italia, piensa establecerse en la isla.
-Quiero que te quedes a dormir -le propone Lucía.
Sarah lo medita un momento. No tiene compromiso alguno y, el lugar es tan hermoso, que no vale la pena irse.
Durante la puesta del sol, el paisaje muda iluminando el cielo con los tonos rojizos, sin duda se tomará unas buenas fotos.
-Me encantaría pasarla contigo. Demos un paseo y muéstrame los alrededores, hace tanto que no vengo por acá.
Ambas sonríen y emprenden la caminata. Lucia se conoce todas las trochas de los alrededores. Entran por un sitio y salen por otro. La vegetación, en ocasiones, les dificulta el paso. Ella abre espacio como puede. Para Sarah, una chica de ciudad, resulta inquietante la experiencia.
-¿Quieres conocer a Joaquín? -dice Lucia, mientras señala su casa-. Y puede que también seas mi vecina, él está buscando mujer.
Sarah sonríe y asiente, caminando detrás de Lucía.
Le hace gracia el comentario de su amiga, pero no se lo toma en serio. Llegan a la calle y el coche está tal y como lo ha dejado. El portón que da acceso a la residencia sigue cerrado. Llama su atención el lindo jardín bien mantenido con la pequeña bienhechuría a la derecha. Al fondo ve una construcción más grande que casi no se distingue desde la entrada. Lucia le llama varias veces, pero no responde nadie.
Él debe estar allí, quizás no escucha -piensa Sarah.
Le agrada mucho el jardín, aunque le transmite cierto aire de misterio tanto silencio. Emprenden el camino de regreso mientras conversan acerca de él, lo que recalcan es que este no se anima a participar de los rituales, por lo que para Lucia queda descartado como posible pareja.
-En efecto, si dice que no le interesa nada relacionado con esas prácticas. Quizás por eso es que no me pude haber topado con él con anterioridad.
Al regreso, Lucia le habla de las razones por las que terminó su relación con Sandro y de lo mucho que le costó. Por eso, empezó de nuevo, sola.
Ambas, salieron con el mismo hombre. Aunque, en aquel entonces, ellos eran jóvenes, no le dieron la menor importancia. No les gustó estar con él, ni un poco, y encuentros así no es algo que desee recordar.
Son una pareja estable, tienen un matrimonio perfecto, ella se siente la esposa más afortunada del mundo. Viviendo en la casa de sus sueños, donde han criado a sus hijos. Se casó con el amor de su vida, quien ha llegado a ser un exitoso hombre de negocios. Se conocieron desde que eran niños y han pasado juntos la vida entera. Juraron en el altar amor eterno: hasta que la muerte los separe. De forma inesperada, una explosión mata a su amado esposo. La familia queda destrozada, se propone recuperarse y salir adelante. La situación se complica porque hace muchos años que no trabaja, es ama de casa y se ve obligada a sustituirlo tomando su puesto como Directora del Grupo. Al verla sola, quieren aprovecharse de su situación y tiene que luchar contra todos los que buscan despojarla de lo que les pertenece. En medio de las intrigas, sospecha que lo que ocurrió no fue accidental, a su esposo lo han asesinado y se da a la tarea de hallar a los responsables. En un hospital ubicado del otro lado de la ciudad, un hombre despierta en la habitación. Ve su cuerpo con algunos vendajes y comienza a recordar lo sucedido. Se extraña de no ver alrededor a sus seres queridos y trata de imaginar lo que pudo haber ocurrido.
Ella es una chica llamada Rosa, casada con un hombre mayor que la maltrata. Se convierte en la amante de su jefe con quien vive una relación prohibida llena de lujuria. Pasan mucho tiempo juntos y se enamoran. Un día son descubiertos y su felicidad acaba. Consigue escapar y es perseguido. Lo dan por muerto y ella alberga la esperanza de que este aún con vida. Al verse aislada y despreciada por los suyos, comienza a sufrir cierto desequilibrio emocional que la lleva a cometer grandes locuras. ¿Lograrán reencontrarse y recuperar el amor?
Yelena descubrió que no era la hija biológica de sus padres. Después de darse cuenta de que intentaban venderla por conseguir una inversión, la enviaron a su lugar de nacimiento. Allí descubrió que en realidad era la heredera de una familia opulenta. Su verdadera familia la colmó de amor y adoración. Ante la envidia de su supuesta hermana, Yelena superó todas las adversidades y se vengó, al tiempo que demostraba su talento. Pronto llamó la atención del soltero más codiciado de la ciudad. Él acorraló a Yelena y la inmovilizó contra la pared. "Es hora de revelar tu verdadera identidad, querida".
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Paola Fischer vive un matrimonio aparentemente feliz hasta el día en que, al regresar a casa, encuentra a su esposo, Lucas Hotman, en la cama con su secretaria, Rose Evans. La traición la deja destrozada, y, sin saber cómo enfrentar el dolor, se marcha de su hogar. Esa noche, en un bar, conoce a un enigmático desconocido que le ofrece una compañía inesperada. Buscando escapar de su desilusión, Paola se entrega a una noche de pasión con él, dejando que el dolor de su traición se diluya en la intimidad. Al día siguiente, trata de seguir adelante, pero pronto se enfrenta a una sorpresa que cambia el curso de su vida: está embarazada, y el padre no es Lucas, sino aquel hombre al que apenas conoció.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
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