para hacernos sonreír, donde el tiempo pasaba sin que nos d
las S
ario
ef
iciembr
es, como un hombre al que le agradaba alimentarse de sus víctimas. El guardia, de apellido Reed, no atravesaba las diversas estancias corriendo porque deseara alcanzar a tiempo el cuarto de baño, sino por la imagen que una cámara había mostrado hace tan solo medio minuto... una que debía ser falsa. Reed consiguió contactar con sus compañeros, indicándoles la celda a la que se dirigía y el motivo por el que creía necesitar ayuda. La prisión había sufrido un motín hace
ándose a quitar los cierres
traba tumbado en su catre,
do la garganta con un cuchillo casero -realizado con cinta adhesiva y un azulejo que parecía proceder de los baños- y, a juzgar por la frialdad de su cuerpo, llevaba más de una hora en ese estado. Las pulsaciones de Reed se aceleraron. No lograba comprender cómo
dillas se tambalearan; obligándole a sostenerse en la pata metálica de la cama-. Jode
o porque está mue
viar la mirada del cuerpo. Adams (el guardia que daba las órdenes) se apartó de allí solo para exigirle al resto de los presos que guardaran silencio, y regresó a la celda 1
r que presenciaría un c
mío. Y este preso se enfr
eter un suicidio si vas
acen creer que estás metido en lava. Muchos presos se han cagado y meado encima del propio miedo. Este quería marc
gido un día peculiar para quitarse la vida -agregó en
urante del centro de Nueva York. Sus tres hijos se habían comportado sorprendentemente bien, aunque Reed sospechaba que, en realidad, lo único que querían eran buenos regalos. Hurgó en el bolsillo de su cam
ció Adams con evident
¿Conocías a
ho revuelo en Estados Unidos. -Adams echó un vistazo a su reloj de pulsera, preguntándose cuándo diantres regresar
? Su rostro no
bable ante los recientes acontecimientos, y ladeó el rostro en su dirección antes de añadir-: Nadie echará de menos a este desgraciado. Cometió un asesinato en primer grado, secuestró a una muchacha emb
arto tu retorcido
stará! Me encanta este... maldito... y maravilloso trabajo. Revisa las cámaras de seguridad hasta que encuentres el minuto exacto donde el bastar
gado, Adams dejó a