img Cuarenta problemas  /  Capítulo 4 Problema 3 | 8.70%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 Problema 3

Palabras:5110    |    Actualizado en: 06/02/2023

s aferradas con brío entre sus manos, recorriendo con la mirada cada uno de los elementos que simulaban cobrar vida entre la multitud. El gobierno había contratado

arold Bowman había triunfado, su propósito de colocarse en la cabeza del país se consolidó tras la ganancia de los últimos votos. Desde su apartamento, Natalie contempló cómo tenía lugar el a

ada uno de sus empleados la tarea de actuar como guardaespaldas de los afectados en la lista... a excepción de Natalie. Su papel en la misión quedaba como un interrogante, pues hasta que no decidieran si ella debía intervenir como otra trabajadora o como víctima, sus

pagando la televisión

po para ponerse al dí

aba encontrar (como mínimo) a su tío. Se enfundó en un vestido de tonalidades grisáceas, adornado con un cinturón negro y se calzó los tacones a la vez que hacía equilibrio con la otra pierna. No recordaba c

o sus padres eran jóvenes. Pero su inteligencia y capacidad para racionalizar en los momentos más decisivos y tensos era la causa por la que se convirtió en la más acertada para el puesto. En los primeros meses se ocupó únicamente del departamento de marketing; de las promociones que darían a conocer y expandir todavía más la empresa. Sin embargo, conforme demostraba cómo se desenvolvía sin precisar ayuda,

en. Puso los ojos en blanco mientras introducía en su bolso los papeles que necesita

ra buena idea darte una cop

a puerta tras de sí. Cruzó sus imponentes brazos sobre los pectorales y recorrió la

, mantenía su complexión fuerte y vigorosa, convirtiéndole en un modelo similar a los de Calvin Klein. Tenía una sonrisa amable, unos ojos verdosos que -bajo la luz- irradiaban una tonalidad grisácea. Natalie estaría mintiendo si algu

tarme, porque padecería de un ataque al corazón. Pienso continuar con mi trabajo en la empresa, como si no hubiera sucedido nada. Y, cuando la o

No tengo autorización para

u preocupación, per

rior no pudo actuar de otro modo más que permitiendo que partiera con libertad. Ya había tendido su oferta, no continuaría insistiendo. Persiguió a Natalie a través del pasillo, asegurándose al mismo tiempo de que no había nadie oculto en ninguna de las habitaciones. Era improbable, más bien imposible, pero tenía la sospecha de que la situac

vitados veían al entrar por las puertas principales. Tanto el jardín como la piscina podían apreciarse a través del ventanal y, aunque Natalie no

alarma y las cámaras continuaban activadas, lo cual alivió parte de su preocupación. Aprovechando la distracción de Leopold, la joven tomó el primer grupo de llaves que sus dedos ro

servirá quej

nzó a tiempo, presenciando cómo bajaba la ventanilla, y apoyaba una mano en esta-. Si mal no recu

ido que no me traten como si fuera una damisela en apuros... porque mi c

taba su opinión al respecto. No hablaba de las materias que no dominaba, creyendo que era mejor guardar silencio antes que quedar en ridículo. Una vez que incrementó la velocidad, subió la ventanilla, evitando que el viento hicie

asi tanto como odiaba que la prensa rosa escribiera de ella, como si realmente supiera las preocupaciones que circulaban por su mente. Sin embargo, en lugar de desmentir todas las afirmaciones que la relacionaban con fiestas a las que nunca acudía o con celebridades con las que jamás había entablado una conversación, prefirió que los medios se centrara

e insensible conseguiría man

io más, la tela se desgarraría. Se encaminó directamente al despacho de su padre, creyendo que le encontraría allí, pero se sorprendió cuando atisbó la silla del escritorio vacía. No necesitó preguntarle a su secretario -un chico muy tímido, de gafas redondas y cabello aplastado- dónde podría encont

ticias en el mund

ptando la atención de los trabajador

nrisa más conciliadora. Natalie se echó a reír por el mote que algunos empleados habían escogido para su padre y sintió que su ira se disipaba-. Dicen que las crías se parece

acariciándole el cabello con delicadeza y lentitud. Todavía padecía de intensos dolores en un hombro-. Estarás harto de escuchar esta pregunta, por

entos con mi evolución.

jenos no podrían escucharle y cerró la puerta, invitándola a tomar asiento. Natalie se acomodó como si estuviera en su apartamento, deslizando una pierna encima de la otra, aunque no perdió la compostura r

isaba era un recordatori

dente -desveló con un toque de maldad, riéndose interiormente de su hermano. Aproximó la silla al escritorio, donde reposaban los papeles que e

esconozco qué más hacer para subir sus ánimos. Sé que apenas han pasado unos meses, desde... desde que... bueno, desde eso, pero en ocasiones me mira con recelo al comprobar

o de Jacob se acentua

en las sienes o unas leves arrugas en los ojos y comisuras. Por el contrario, el todavía abundante cabello de Dimitri se había tornado blanco, al igual que una montaña que se cubre de copos de nieve. Nata

demás e, incluso, te encerraste en tu apartamento durante dos meses porque te negabas a que te vieran así. Cada persona lidia con el dolor de un modo muy peculiar. Algunos aceptan el hecho de que no volverá, otros se agarran al ine

gar a principios de e

ó y estuvo a punto de enzarzarse en una discusión con el árbitro, cuando un compañero del equipo se precipitó al suelo por culpa del contrincante, y nadie se molestó en destacar una falta. Natalie animó al pequeño James -Jamie para los amigos y familiares- mientras i

recipitándose por la ladera hasta hundirse en uno de los entrantes del mar. El vehículo quedó sumergido en el agua y Natalie estuvo consciente durante los minutos que tardó en inundarse por dentro. Lo primero que vio, al despertar, fueron los servicios de emergencias. Se encontraba en una camilla mientras los médicos le inyectaban adrenalina para impedir un shock hipovolémico. Fue operada a las pocas horas de s

el paso del tiempo. -Apretó la mandíbula por una nueva punzada en el oído-. Aún tiene tres preciosos hijos a los que cuidar, entre los cuales me

a libre. Trab

oble licenciatura con apenas veinte años; cuento con un empleo muy bien remunerado y dispongo de varias horas diari

vivo, encontrarías tod

ular la tristeza que la pérd

cubierto con una sábana hasta las clavículas, y apreció la delgada línea rojiza que destacaba en su garganta, Jacob pensó que se desmayaría. Pidió a uno de los policías que se pusiera en contacto con Dimitri; no se apartó del cadáver hasta que escuchó el estridente tono de voz de su hermano por el pasillo. Jacob intentó man

arte de esto? -le a

arte de un monstruo c

Comprendo que vuestra relación no haya sido bonita, Bart causó muchos problemas dentro de tu vida y también en la de tu esposa -habló con cuidado, puesto que Dimitri estab

a. Ojalá se pudra allí donde esté -masculló y abandon

exia anunció que estaba embarazada, cuando los hermanos Ivanov volvieron a reunirse y decidieron no discutir por un fantasma del pasado. Unos nudillos golpearon la puerta del despacho, provocando que a

acer malabares con varias carpetas-. Ssu padre ha llegado a su despacho, y ee

le. Muchas gra

le hubiera gustado disfrutar de la compañía de su esposa, quien continuaba al otro lado del océano. Alexia CarterIvanova había ignorado los consejos médicos, pretendiendo que no existían, y decidió quedarse embarazada una vez más... a sus cuarenta y dos años. Había sido un embarazo complicado, re

o ayudarle con las carpetas, comprobando que estaban repletas de antiguos discos duros, inservibles. Al parecer, habí

ta Ivanova. No ten

sonr

ezcas, Archie.

, indicativo de que había atendido alguna celebración especial y su cabello con motas blanquecinas contrastaba con la pared y muebles oscuros. El ruido de sus tacones se acentuó al entrar en contacto con la madera más lacia y su padr

illón colorido de la estancia, de un rojo intenso, y apoyó sus caderas en el respaldo, fulminándole con la vista-

mbién

ensión a sus hombros y esbozó una sonrisa para su niña. La vio tomar asiento y entrelazar sus bronceadas manos encima de su falda-. ¿Cómo ha sid

hecho -intervino un te

ostura rígida, y que también mostraba una sonrisa que solo podía dedicar a su esposa. La besó en los labios, siendo corto y casto, pero bastó para

de la izquierda, o eso intentó. No comprendía los nuevos mecanismos, los botones táctiles que dificultan la simple tarea de encender una pantal

as y cámaras de televisión discutían entre sí para ocupar la principal fila de asientos, es decir, la que estaba más próxima al estrado de madera. Por el momento, nadie ocupaba el podio central. Sin embargo, el rostro de Natalie se descompuso cuando reconoció al muchach

madera, centrando la vista en la cámara, como si estuvie

suelo americano, que la mayoría de los habitantes no entenderían el idioma, y se apresuró a sonreír con atrevimiento y simpatía-. Lo siento. Mi prolongada estancia en Fran

zada. Pensó en Leopold, en la reunión que mantendrían esa noche, y su rostro palideció al adivinar de qué discutirían. Sin darse cuenta, Natalie se

ta atractivo -comentó

r su acusación. Tanto Catherine como Natalie emitieron un resoplido que no pasó desapercibido-. Natalie no tiene por qué sentirse atraída por u

si tuviera doce años

ntitrés -m

jo, no solo sentía orgullo y aprecio por la persona en que se había convertido, sino también añoranza y tristeza. Recordó los primeros pasos de Natalie, las ocasiones en las que le llamaba cuando apenas tenía un año y pocos meses de vida.

sería de extrañar que nos invitara a la cena de bienvenida -articuló con esa educación y elegancia que le caracterizaba-. Y, papá, si me consideras lo suficientemente mayor

stículos si te pone una mano encima -declaró abiertamente

ue nunca hubieras participado en la campaña, si el hijo de Harold fuera un delincuente. No me he olvidado de las his

rraba que estuviera tranquilo. Salió del despacho y, en vez de dirigirse a los aparcamientos, le preguntó a Archie si la necesitarían para una reunión. El secretario le entregó un fax que acababa de llegarl

man está en

texto, había una fotografí

adelantado a las

tantes decidió eliminarl

las para estudiarle más de cerca; ni siquiera contestó a los mensajes de Leopold. Natalie estaba asustada. Nunca había sido la víctima directa de ningún ataque que hiciera peligrar su vida; siempre había presenciado los daños desde fuera. Se pellizcó el puente de la nariz y agar

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY