El penthouse estaba en silen
de su llave en la puerta. Ahora, el silenci
para Nueva York había sido aprobada. La li
spondencia basura había un sobre grueso de color crema.
atención. Eran unas mancuernillas, diseñadas con intrincados detalles arquitectónicos
es. Y eran tan pe
s. Podía imaginar las mancuernillas en sus muñecas, una
a mi ofrenda de paz. Un símbol
s y sonrisas falsas. Me sentía fuera de lug
dra T
una imagen de
ucho ver que estás bien. Quiero que sepas que no te culpo por
palmadita
mos amigos. Espero q
nocencia practi
se veían sorprendentemente realistas. Me pregunto qui
rostro vaciló p
qué está
je, antes de dirigir m
salieron a subasta
anunció el
ó al otro lado de la
cincue
tes. Levanté mi
iento
udó. Me sonrió dulceme
iento
inó y s
ta de crédito. Puedo ha
s que una guerra de ofertas;
poderosa frase utilizada en las subastas más despiadadas, indicando que pagaría el doble d
s blancos. Había ganado. Las mancuernillas s
ta, la encontré. Me
favor. Véndemelas. Te
on una cruel curiosidad en sus ojos-. ¿So
Que pensara l
o en los ojos-. Te las daré. Pero p
Qu
í, a pie, y subas los mil escalones hasta la cima de rodilla
nte y sin sentido dis
rescas. Mis rodillas estaban en carne viva, mi cuerpo dolía. Pero
n -d
na nueva ola de dolor. La piedra era fría e implacabl
a su nombre. Gael. Gael. Gael. Su nombre era una
or. Conseguí el talismán, mis manos temblando. Mientras bajab