i habitación me despertaron de golpe. E
rar respuesta. Su rostro
tu teléfono? -exigió, arr
en las sábanas. Ni siqui
a durm
che -espetó-. Nunca
ignorando -dije, mi vo
se entr
una última oportunidad. Discúlpate con Casandra, empieza a act
misma? -ca
Pensé en todas las cosas que había dejado por él: mis amigos, mis pasatiempos, mi propia emp
ría a ser e
ta en mi resolución. Su tono se suavizó ligeramente, una
la raíz del problema-. Casandra se sintió mal por eso. Va a hacer u
una p
y a ir
l brazo, su
vas
el camino, miré por la ventana, en silencio. No tenía sentido disc
onrisas falsas, conversaciones vacías y un aire sofocante de privilegio. Me quedé en un rincón, con una copa de c
as blancas, estaban por todas partes. El catering era de su restaurante
un regalo: una pulsera de diamantes hech
s ojos brillando con lágrimas
a recibido. Conocía cada detalle sobre ella: su diseñador favori
o ver una película que había visto mil veces. Conocía
no amas a la persona. Sim
detuvo de repente. Un hombre que no reconocí entró en
a esto? -exigi
bre lo
etumbando-. Un regalo, de un admirador anónimo
dramático, vo
lovieron sobre los in
as falsas de Casandra, creadas con inteligencia artificial. Su ro
crudo y penetrante. Su r
nte jadeaba, susurraba y se ap
movió al
d! ¡Atrápe
razo protector, protegiéndol
bórrelo ahora! ¡Si veo una sola de
arrojado los volantes. Los invitados fuer
uchaba por el cuello, su rost
én te
escupió en
gustaría
talmente tranquila. Hizo un ge
hombre por la espalda hasta que un cru
e gritó
, está bien
. Entre jadeos de dolor, miró alrededor de la h
un dedo t
Garza. Ella me