a muchas cosas, pero no era estúpida. Sabía que er
erto!", grité
ro que es cierto! ¡Mi pobre hija está destrozada! ¡La humillaste públicamente! Si no haces
pesada y venenosa. La carre
vi duda, solo una profunda f
mente hacia la habitación y cerró la puerta, dejándome dentro. Lue
ía enc
ta! ¡Es una mentira!", g
l corazón. "No lo sé, Lina. Ya no sé qué es verdad y qué es mentira. Lo ú
. ¿Cómo habíamos llegado a esto? Recordé su promesa de niño, en Oaxaca, cuando me encontró llorando
o y desesperado por el amor que había
andeja con desayuno en el suelo, como si yo fuera una
, tratando de tocar su man
camente, como si mi
ijo, su voz fría. "No salga
do la puerta con
arganta dolió, pero no volvió.
a ventana. Era el niño al que supue
alegrías, como las que hacía
Mi abuela también me había enseñado a hac
", le susurr
iño, fiel a su palabra, me pasó una llave que había "tomado prestada" del lla
era huir. Iba a ir al mercado, vender las alegrías, pagarle a Roy los
la unidad habitacional, una patru
iales se
, con voz severa. "Queda detenida
. Me había tendido una trampa de