dedo goteaba en el suelo, pero no
bía hecho, hasta el hospital milita
y Castillo", jadeé al guardia
"El teniente dio órdenes estrictas
supliqué. "¡Ten
es, señora", dijo,
ordomo me informó que el General había viajado a Washing
a. Era mi culpa. La discusión, mi firma en el divorcio...
í a dos mujeres may
a. "Fui de rodillas a la Basílica de Guadalupe. De
desesperada, na
a. El cielo se estaba oscure
darlo, me arrodillé sobre las d
rodillas, pero cada centímetro que avanzaba, rezaba. "Por favor, Vi
eza. Empezó a llover, una lluvia fría que empapaba mi ropa
ome cada pocos pasos, con la frente pegada a
ofrecieron un paraguas, otro
del templo. Exhausta, compré un pequeño amuleto de plata, un milagrito,
Estaba entreabierta. Me asomé. Y ento
Oaxaca. Él me sonreía, la misma sonrisa cálida de nuestra inf
sonido de una
en una pequeña enfermería del hospital. Sasha estaba de pie en medi
¿saben lo que hizo? ¡Firmó los papeles del div
o. La que yo había firmado