coche salir de la unidad a
gundo, creí que vendría. Pero luego, su rostro se endureció. Sacudió la cabeza, como si
o. Públicamente. F
e. La desesperación era un nudo en mi garganta. Todo había terminado. Mi nueva vida
era un oficial. Era un hombre mayor, alto e imponente, con un uniforme lleno de medalla
Castillo. El
ve que contrastaba con su aparienc
el cantinero, quien confesó que Sasha le había pag
sino a la imponente mansión de la familia Ca
, con una expresión de aturdimiento en su rostro. Su a
l General, con la esperanza de una rec
un intento de relajar las cosas, empezó a servirle a Roy copa tras copa
lcohol me subió rápidamente a la cabeza, nublando mi jui
uviera demasiado ebrio para conducir de vuelta
da necesidad de sentirme conectada a él, fui a su habitac
, sus
alcohol, pero también por algo más. Una vu
. Esa noche, en un torbellino de alcohol, desesperación y un amor que se negaba a morir, co
El dolor de cabeza era terrible, pero el dolor en