ó Elena mostrando una
n los gestos de su patrona, por segundos tuvo dudas.
aba -cuestionó finalmen
esbozó una sonrisa fría y condescendiente.- E
e pidió, patrona. -c
brazo permitiendo que el instrumento rozase las manos del escolta que permanecía
ura de su pecho mientras, le mostraba las palmas ásperas y rústicas de sus viriles manos. Elena las miró con f
al igual que la actitud de respeto que mostró segundos atrás hacia su patrona. Ambas desaparecieron por arte
ono seductor.- Acércate, necesito
a lujuriosa. Sus ojos brillaron de deseo. Franco se inclinó delante de ella, mientras
su pantorrilla, mientras ella mantenía
s con ella
por el abogado para darle lectura al testamento de mi hijo, lue
onaría que le hicie
olverse con esa mujercita barata. Si hubiese hecho lo que le dije, s
aspaviento deteniendo el
cargo de él. -gruñó apretando los dientes, luego prosiguió dic
brazos de su sillón y gimió al sentir aquella caricia. La expresión de placer en su rostro, incitó al hombre a continuar con su trabajo, con des
mente de su sexo. El hombre aplanó sus labios mostrando una sonrisa y con el
ada le ordenó a su subalterno que continuara con su oficio de amante. El hombre enrolló sus fuertes brazos en los muslos de Elena y l
neándose con mayor rapidez incrementando el roce
a trabajar como guardaespaldas de los Fiorini, se sintió atraído por la belleza y la confianza de su patrona. La combinación
un simple empleado; nunca pondría sus ojos en alguien inferior a e
rini, sufrieron aquel trágico accidente automovilístico, en el que él perdió la v
a ameritó de varias operaciones y a pesar de los esfuerzo
raban y a quienes ella, se enorgullecía de humillar. Pudo ver como se burlaban y apartaban de ell
o. Poco a poco se acercó a ella, con sus cuidados, mimos y dándole el apoyo emoc
ardiente encuentro. El guardaespaldas limpió su boca con el dorso de su mano, mientras Elena se incor
r sus emociones. Franco asintió, se dirigió hasta la puerta, abrió lentamente mientr
a Santos no está