e. Su presencia en aquel lugar, no tenía el más mínimo sentido. Dejó la
da haciéndola estremecer, desli
ntro de aquel sobre? Se preguntó a sí m
da! -exclamó c
otro. Por un lado, quería pensar que eran sólo ideas que provenía
re sus manos. La solapa sellada del sobre, parecía una
imiento deliberado, introdujo su dedo índice bajo la solapa del sobre, aún así no
corrió la espalda mientras
a el sobre? ¿Qué ver
je escrito con bolígrafo. Aquella, aquella letra era la de su marido. Nuevamente su coraz
a, la frustración, la culp
, pero sé que sería la única forma de que creyeras que soy yo, el emisario de la misma. Estoy en un hospital de Sicilia, fui herido en una emboscada que me han tend
e tuyo
do su visión. El papel blanco comenzó a humedecerse con su llanto. Lilian
cuando él estaba gravemente herido en Sicilia. La culpa la azotó sin piedad ni compasión. Se sentía como la peor
os la encandilaron por un segundo. Aunque aquella luz la perturbó, fue como un destello de claridad n
sólo con el boleto en la mano y las llaves del auto.
para realizar el checkin, su vuelo saldría en a
citó la empleada.- Debe pesar
quipaje -contes
lir. Por favor, puede dirig
convirtió en el centro de atracción del resto de los pasajeros, incluyend
después, el hombre de mirada inquisidora se sentó justo a su lado. Liliana sintió u
idos junto a su amado Enzo. Pronto, una lágrima comenzó a deslizarse por su rostro
lo y se encontró con su fría mirada, que parecía perforar s
el pañuelo y secando su r
irradiaba cierto misterio. Sus ojos, profundos y oscuros, parecían conte
iana fue rápidamente al área
a Enzo no le dio grandes explicaciones. Nuevamente su
ndres, pensó de forma maliciosa y si estuvo en Londres ¿Qué demonios hacía en Sicilia? Lo poco que r
mente, a pesar del tiempo que llevaba casada con Enzo. Elena Fiorini, la madre de Enzo nunca aceptó que él
le informaba sobre su pronta boda. Para Liliana, los Fiorini eran una familia totalmente des
frecía, fueron motivos suficientes para que L
arle información sobre su amado esposo. Debía dar con ellos. ¿P
bía dejado su cartera y su celular
ras miraba de un lado a otro buscando una cabina telef
u angustia y su nerviosismo. En un acto de compasión se encaminó hacia ella, pero justo en ese momento, L
explicarle al uniformado, su situación. Por suerte para ella, el vigilante hablaba mu
debía hacer. Lo primero que hizo fue llamar a Enzo, pero su teléfono celular permanecía apagado. La angustia aumentó dentro
n la voz trémula y ahogada alcanzó a decirle en su mensaje lo que estaba
mar al número privado de Enzo, tampoco obtuvo respuesta. Sin querer abus
ias,
La apariencia de aquel hombre era afable, debía tener algunos ci
con mi esposo. -Su v
ad- Me disculpa la intromisión, pero su manera
r. -contestó ella, moviendo sus manos y
ayudarla. Llevo toda la vida viviendo e
rini -con
vigilante se endure
visiblemente nervioso y se echo a
por favor