uso sonreía. Al salir nos reunimos todos en la puerta, y Juan le preguntó a Ahinara y a varios chicos más sobre sus planes para esa noche. Víctor, que también estaba en la conv
me miraba. Al ver esa actitud, otra vez empezaron mis dudas y temores. Estaba haciendo el ridículo, Víctor no me hacía ni
ra beber. Un rato después de entrar vi a Víctor sentado en una de las mesas, conversando con una chica y sonriendo de una manera exagerada y coqueta. ¡Vaya! ¿Qué esta
la más sensata. ¡Era un idiota
masiado nerviosa. La indiferencia de Víctor me parecía tan rara, y la actitud que estaba teniendo
para conquistar mujeres? Me empecé a sentir peor. De pronto, vi que se puso d
so ligero al servicio. Frente el espejo del baño me sequé los ojos antes de empezar a llorar, y me reproché mi estupidez de esos dos últimos días. ¿Qué me pasaba? ¿En qué momento había perdido tanto el control como para dejar que una p
clar tanto las cosas, como para pensar que era el destino? ¿acaso la palabra destino existía en otro contexto, que no fuera eso... una simple palabra?. Mi corazón y mi mente en ese