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El rugido de los aplausos aturdía a Ximena, su uniforme de camarera empapado en el repugnante aroma de la riqueza ajena, mientras el hombre que destruyó su vida era vitoreado por su "periodismo valiente". Cinco años. Cinco años desde que Ricardo, su mentor y el hombre que una vez amó, le entregó la "primicia de su carrera" : una investigación sobre corrupción judicial. Ella, joven e ingenua, la publicó, sin saber que el juez involucrado era su propio padre. La imagen de papá, antes tan respetado, con la cabeza entre las manos, el periódico con SU artículo extendido frente a él, la persiguió cada día. Una semana después, papá se suicidó. Mamá, destrozada, lo siguió meses más tarde. Y Ricardo, el arquitecto de su calvario, ascendió sobre sus cenizas. Como si el infierno no fuera suficiente, lo vio en el escenario, arrodillado ante Laura, su ex-novia, proponiéndole matrimonio; el mismo Ricardo que le confesó que Laura estaba enferma y en silla de ruedas por su padre. Mentiras. Todo era una vil farsa diseñada por él, una venganza meticulosa y cruel porque su padre condenó al de Ricardo por fraude años atrás. Mientras las copas se rompían a su alrededor, el teléfono vibró: Sofía, su hija de cuatro años, su única luz, empeoraba. Su rara enfermedad de la sangre requería un trasplante de médula, un tratamiento carísimo. El único que podía pagarlo era Ricardo. En su desesperación, Ximena lo enfrentó, ofreciendo lo único que le quedaba: su corazón, para la supuesta condición cardíaca de Laura, firmando así su sentencia de muerte. Pero el tormento continuó. Ricardo, insaciable, la despidió, la humilló, la golpeó y la usó, mientras Laura se deleitaba en su sufrimiento, fingiendo manipulaciones y embarazos. Ximena, destrozada, agotada, solo aferrándose al débil latido de Sofía, descubrió que su hija era de Ricardo. Él se negó a creerle, cortando toda ayuda para Sofía. En su punto más bajo, dispuesta a dar su vida por la de su hija, el destino les jugó una carta inesperada: ambos despertaron, con todos sus recuerdos intactos, en el día posterior a la humillación pública que Ricardo le había infligido. Ximena huyó con Sofía a un pueblo costero, decidida a desaparecer del mapa de Ricardo. Pero no contaba con que Ricardo, arrepentido y consciente de su paternidad, la buscaría incansablemente, enfrentando a Laura y a su propio pasado. Ahora, con Sofía nuevamente al borde de la muerte, Ximena sabía que solo Ricardo podría salvarla. ¿Será esta su oportunidad de reescribir su historia, o la venganza los consumirá para siempre?