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Historia
El Resurgir de sus Cenizas de Traición

El Resurgir de sus Cenizas de Traición

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:2821    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:48

uma que me atormentaba desde que mi familia fue asesinada. Me aferraba a él, m

da a la que llamaba inocente. Vi la manipulac

estrelló contra una pared, sus palabras

asco -

ando perdí a nuestro hijo en medi

ió, su amor reemplazado p

o en llamas, eligiendo salvarla a ella en su lugar. Yo

juró protegerme convert

con lágrimas de cocodrilo mientras construía una nueva vida con mi reemplazo. Ahora, he vue

ítu

mos, un torbellino de ambición y posesividad. Lo que no veían era el temblor constante bajo mi piel, una reliquia de la noche en que mi antigua vi

rse en su camino, a siquiera mirarlo mal, sentía su peso opresivo. Sabía que no era bonito. La gente susurraba "locura", pero solo era am

to, unidos por un pasado que nadie más podía entender. Él era el ancla que necesitaba desesperadamente, y yo, la cor

la tristeza silenciosa de un cervatillo perdido. Adrián la trajo a casa una noche, después de una gala

tes. Derramaba accidentalmente una bebida cerca de él, siempre logrando parecer completamente devastada y arrepentida, despertando sus instintos pro

undo de más. Luego, fue la forma en que su voz se suavizaba cuando le hablaba, un tono que reservaba para calmar mis pesadillas. Empezó a pasar

era de su coche. El leve aroma a jazmín, que no era mi perfume, impregnado en sus camisas. Miraba estos fragmentos, con el estómago revuelto, pero mi ro

s, sin maquillaje. Quería que me viera, despojada de la jaula dorada que Adrián había construido a mi alrededor, que viera a la

ento, un sonido que cortó el zumbido de la ciudad. Ella se estremeció, luego levantó la vista, con los ojos muy abiertos. Me acer

is ojos se clavaron en los suyos, desafiándola a apartar la mirada. Ella tembló, sus manos a

Luego negó con la cabeza, una súplica silenciosa. Mi

s sabemos que esa pequeña act

tirando de su cabeza hacia atrás bruscamente. Sus ojo

rro venenoso-. Aléjate de mi esposo. Aléjate de mi vi

. Las lágrimas brotaron de sus ojos, am

s que eres lista, jugando a la víctima inocente. Pero he visto víct

a. El conductor frenó en seco, el chirrido de los neumáticos una protesta ensordecedora. Dafne gritó, un s

nó en mis oídos, pero más fuerte, má

e la nada, su rostro contorsionado por la rabia, sus ojos fijos en mí. Corrió hacia Dafne, r

e estás haciendo!? -escu

ollozos eran fuertes ahora, reales, hundiéndose en su hombro. Ni siquiera me dedicó una mirada m

. Extendí la mano, mi mano se aferró a su braz

rada. El mundo se inclinó, el pavimento se volvió borr

como si yo no fuera más que una mosca molesta. Mi mano resbaló, mis uñas rasgando la t

drián, que me aseguraré de que ninguno de los dos viva para ver el

o eran ciertas. Cada fibra de

lo suficiente para que viera el rabillo de su ojo. Era hielo. Un azul glacial

provista de emoción-. Descubrirás que yo s

s de nosotros. Desaparecieron entre la multitud, dejándome sola en la caótica calle, el olor a goma quemada y el sabor a

rrito de un vendedor de flores, rebosante de flores vibrantes. Con un grito gutural, lo volqué, enviando pétalos y tierra esparcidos por el sucio pavimento. Lu

ría. No lo vería. Ni siquiera lo sabría. Esto ya no se trataba de él. Se trataba de ella. ¿Qué podía hacer que lo lastimara, que realmente lo

ia? ¿Quería una vida simple y sin complicaciones? Le daría nada menos que el infierno. La única

uencia, incluso ahora, todavía tenía poder. Entré en su habitación, mi rostro una máscara de calma. Yacía pálida y pequeña en la c

e flores que Adrián había enviado. Los pétalos se marchitaron, el agua goteaba sobre las sábanas blancas e impecables. Luego, con la mi

aron, pero no me inmuté. Dejé que el goteo corr

to a su cama c

Luego, tan rápido como comenzó, se detuvo. S

o. Esto no se trataba de violencia. Se trataba de consecu

o, las enfermeras gritando. Quería ver su cara cu

penthouse, el que había decorado con tanto amor, tanta esperanza. Su rostro era una nube de

la ciudad parpadeando muy abajo, ajenas a la t

urro, pero vibró a través del suelo, a

mirada, si

Adrián. Una peque

no lo suficientemente apretados como para detenerme la respiración, pero lo suficientemente firmes como para transmitir un poder

etros del mío-. Crees que puedes jugar a estos

te, y un dolor agudo y punzante me recorrió el cráneo. Estrellas explotaron detrás de mis ojos, luego se desvaneci

insistente que se intensificó rápidamente. Una ira lenta y calien

hombre que había jurado protegerme, que había sido mi esc

osesivo, ahora estaban fríos y distantes.

mar a una persona inocente. -Hizo una pausa, su mi

se contrajo, un peso aplastante en mi pecho. Apretó mi braz

ó, su aliento caliente contra

la. Rasgó mi vestido, la delicada tela se rompió con un sonido áspero. Mi mente corría, tratando de encontrar

rriba, sus dedos clav

jo me devolvió la mirada, el cabello despeinado, los ojos muy abiertos y aterror

eshumanizantes, resonaron

eló hasta los huesos-. Tan cansado de esta... esta locura. -Me soltó,

s, intenté arreglarte, reconstruirte. Pero estás rota, Elena. Irreparablemente

ganta

apenas un susurro, una súplica desesperada p

ntrándose con la mía, des

eso de un pasado destrozado. -Hizo una pausa, una sonrisa cruel tocando sus la

giro repentino y violento que me robó el aliento. Me doblé

arme. Lo hice por ti, Adrián. ¡Todo! ¡Todo fue por ti! -Arañé su pecho, mis uñ

su rostro

jo-. Asesinaste a nuestro hijo. Tu 'locura', tu 'lealta

peor que cualquier puñetazo. Mi cuerp

cia mí, sus ojos ardi

que un recordatorio de la oscuridad de la que quiero escapar.

l umbral, su m

hielo-. Porque si lo haces, tu infierno personal se convertirá en u

habitación, dejándome sola en los escombros de nuestra

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