img El Resurgir de sus Cenizas de Traición  /  Capítulo 5 | 26.32%
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Historia

Capítulo 5

Palabras:1193    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:48

on los ojos muy abiertos, mi corazó

ola fría, inundándome, eclipsando momentáneamente el dolor. La pura au

reemplazada por un brillo depredador en sus ojos-. ¿De verdad creías que un hombre como Adrián estaría cautivado por un

aron, una furia fría

el engaño más que nada. -Observé su r

ido tintineant

salvación. Cree que soy pura. -Su sonrisa se ensanchó, una curva cruel y triunfante en sus l

ación se

l hijo que me había quitado, se lo había dado a ella. La i

podía dejar de tocarme, susurrando sobre nuestro futuro, nuestra pequeña familia. -Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo, irradian

cerraron en puños, mis uñas clavándose en mis palmas, tratando de anclarme, de c

mo me descartó a mí. Es un maestro en proyectar sus propias inseguridades en los demás. Odia a las mujeres poderosas, por eso amaba mi 'lo

ardiendo con un d

un lastre. Estoy limpia. Pura. Y sé cómo mantener a un hombre satisfecho. Algo que claramente

frente a mis ojos. La compostura que había mantenido con tanto cuidado se hizo añicos como un frágil cristal. Mi mano se disparó, no para

no volando a su mejilla, su triunfo r

n rugido bajo y peligroso, apenas reconocible, una am

na máscara de furia. Vio el rostro de Dafne surcado de lágrimas, la marca roja florecien

un estruendo bajo y peligroso-. ¿Eres inc

ando hacia él, sus

temblorosa, una actuación perfecta de una ví

e viera la verdad, por que se liberara de su insidiosa red-. ¡Es una me

biertos con una mezcla

ástima, una lástima que se sentía peor que su ira-. Est

zla hablar, Adrián! ¡Haz que te diga la verdad! -Me abalancé haci

ue parecían ser sollozos incontrolables. Por favor, Adrián. No dejes que me haga daño. Ges

de porcelana, arrancándolo de la pared con una fuerza sobrehumana nacida de la pura rabia. Se hizo añicos contra el suelo de baldosas, enviando u

o arrebaté, su borde frío presionando contra mi piel.

aré de que nunca vuelva a hablar. -Di un paso hacia ella, el fragmento de esp

rozo de vidrio. Sus labios temblaron. No... no puedo, Elena. Gesticuló l

a! ¡Dile por qué estás en silencio ahora, cuando más importa! -Estrellé el fragmento de espejo contra la pared, un crujido repugnante, luego

comenzó a temblar violentamente. Luego, con un grito desesperado y gutural, me arrebató el fra

e horror. Se abalanzó hacia adelante, su rostro

u pálida piel. Gimió, su cuerpo temblando, sus ojos todavía fijos en mí, un desafío desesperado y aterrador. Adrián la atrapó entonces

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