iencia, cada parpadeo de vuelta a la realidad trayendo consigo una nueva ola de agonía. En
o, sus palabras resonando en la estér
mposible responder. Intenté moverme, hablar, defenderme, pero mi cue
z. Luego se giró, sus anchos hombros desapareciendo por el
n sonido gorgoteante que sabía a sangre y derrota. ¿Mi
bría resolución, la tragué, el sabor amargo un limpiador bienvenido. Una extraña y retorcida euforia floreció en mi pecho, un placer perverso
ente, promesas silenciosas para mí misma. Pronto, seré
lo, un vendaje asomando por debajo de su elegante vestido. Parecía pálida, frágil, la im
¡Ambos! ¡Fuera de mi vista! -Intenté atacar, mi brazo un débil y patético ma
Dafne, su rostro u
er tan dramática, Elen
rité, un sonido gutural qu
ojos muy abiertos. Negó con la cabeza, una súplica silenciosa. No lo hagas, Adrián. La i
teñida de adoración-, incluso
hacia Adrián, sus labios formando palabras silenciosas. Quiere qu
hacia mí, con la
o. Un gesto final, dice ella. -Sus palabras eran frías, de
ndo la cabeza violentamente-. ¡No vo
mi brazo, ignorando mi jadeo de dolor. Me levantó de la c
dijo, su voz un gruñido bajo
mis pies descalzos golpeando contra los pulidos suelos. Llegamos al helipuerto de la azotea, el viento
ugido ensordecedor que vibró a través de mis huesos. Miré su perfil, su mandíbula apretada, sus ojos enfocados en los controles. Un recuerdo débil y distante parpadeó en m
nó hacia ella, murmurando algo, una suave sonrisa adornando sus labios. Ella se rió, un sonido ligero y e
n, sus voces arrastradas por el viento, sus cabezas juntas, sus dedos entrelazados. Eran una imagen de felic
se estremeció, sacudiéndose violentamente, arrojándonos contra nuestros asientos. Las alarmas sonfne hacia abajo, su cuerpo protegiéndola,
espesa de preocupación. Miró hacia atrás, sus ojos escaneando
altratado. Mis ojos se movieron por la cabina, buscando, desesperados. Una pequeña manija roja, un m
nzó sobre Dafne, arrancando el dispositivo de mi al
ó, su voz ronca-. ¡Dafne irá
udo y atormentado-. ¡Lo pr
on con los míos. Gesticuló una sola palabra, Lo siento, sus labios fo
rpretó. Pensó que
eguiremos ayuda juntos. -La sostuvo cerca, sus ojos ardiendo con una feroz determinación
Agarró a Dafne, atrayéndola, y juntos, se lanzaron a la oscuridad arremolinada de abajo. El
La cola, donde había estado el rotor, estalló en llamas. La ca
abía un respaldo. Adrián era demasiado meticuloso, demasiado paranoico, para tener solo uno. Rebusqué entre los etambor desesperado de esperanza. Me lo até, mis movimientos torpes, mi cuerpo gritando en protesta. Las ll
ó obstinadamente cerrado. El pánico arañó mi garganta, frío y sofocante. El suelo se precipitaba hacia mí, un li
mpacto que me sacudió los huesos al golpear el suelo, un montón arrugado de dolor y agotamie
nto resplandor naranja. El helicóptero de Adrián, un símbolo de su traición,
hecho. Soy libre. Luego, con una sonrisa sombría, tragué la última cápsula, el sabor ama
e interno. ¿Querías que me fuera? Se te cumplió

GOOGLE PLAY