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uma que me atormentaba desde que mi familia fue asesinada. Me aferraba a él, m
da a la que llamaba inocente. Vi la manipulac
estrelló contra una pared, sus palabras
asco -
ando perdí a nuestro hijo en medi
ió, su amor reemplazado p
o en llamas, eligiendo salvarla a ella en su lugar. Yo
juró protegerme convert
con lágrimas de cocodrilo mientras construía una nueva vida con mi reemplazo. Ahora, he vue
ítu
mos, un torbellino de ambición y posesividad. Lo que no veían era el temblor constante bajo mi piel, una reliquia de la noche en que mi antigua vi
rse en su camino, a siquiera mirarlo mal, sentía su peso opresivo. Sabía que no era bonito. La gente susurraba "locura", pero solo era am
to, unidos por un pasado que nadie más podía entender. Él era el ancla que necesitaba desesperadamente, y yo, la cor
la tristeza silenciosa de un cervatillo perdido. Adrián la trajo a casa una noche, después de una gala
tes. Derramaba accidentalmente una bebida cerca de él, siempre logrando parecer completamente devastada y arrepentida, despertando sus instintos pro
undo de más. Luego, fue la forma en que su voz se suavizaba cuando le hablaba, un tono que reservaba para calmar mis pesadillas. Empezó a pasar
era de su coche. El leve aroma a jazmín, que no era mi perfume, impregnado en sus camisas. Miraba estos fragmentos, con el estómago revuelto, pero mi ro
s, sin maquillaje. Quería que me viera, despojada de la jaula dorada que Adrián había construido a mi alrededor, que viera a la
ento, un sonido que cortó el zumbido de la ciudad. Ella se estremeció, luego levantó la vista, con los ojos muy abiertos. Me acer
is ojos se clavaron en los suyos, desafiándola a apartar la mirada. Ella tembló, sus manos a
Luego negó con la cabeza, una súplica silenciosa. Mi
s sabemos que esa pequeña act
tirando de su cabeza hacia atrás bruscamente. Sus ojo
rro venenoso-. Aléjate de mi esposo. Aléjate de mi vi
. Las lágrimas brotaron de sus ojos, am
s que eres lista, jugando a la víctima inocente. Pero he visto víct
a. El conductor frenó en seco, el chirrido de los neumáticos una protesta ensordecedora. Dafne gritó, un s
nó en mis oídos, pero más fuerte, má
e la nada, su rostro contorsionado por la rabia, sus ojos fijos en mí. Corrió hacia Dafne, r
e estás haciendo!? -escu
ollozos eran fuertes ahora, reales, hundiéndose en su hombro. Ni siquiera me dedicó una mirada m
. Extendí la mano, mi mano se aferró a su braz
rada. El mundo se inclinó, el pavimento se volvió borr
como si yo no fuera más que una mosca molesta. Mi mano resbaló, mis uñas rasgando la t
drián, que me aseguraré de que ninguno de los dos viva para ver el
o eran ciertas. Cada fibra de
lo suficiente para que viera el rabillo de su ojo. Era hielo. Un azul glacial
provista de emoción-. Descubrirás que yo s
s de nosotros. Desaparecieron entre la multitud, dejándome sola en la caótica calle, el olor a goma quemada y el sabor a
rrito de un vendedor de flores, rebosante de flores vibrantes. Con un grito gutural, lo volqué, enviando pétalos y tierra esparcidos por el sucio pavimento. Lu
ría. No lo vería. Ni siquiera lo sabría. Esto ya no se trataba de él. Se trataba de ella. ¿Qué podía hacer que lo lastimara, que realmente lo
ia? ¿Quería una vida simple y sin complicaciones? Le daría nada menos que el infierno. La única
uencia, incluso ahora, todavía tenía poder. Entré en su habitación, mi rostro una máscara de calma. Yacía pálida y pequeña en la c
e flores que Adrián había enviado. Los pétalos se marchitaron, el agua goteaba sobre las sábanas blancas e impecables. Luego, con la mi
aron, pero no me inmuté. Dejé que el goteo corr
to a su cama c
Luego, tan rápido como comenzó, se detuvo. S
o. Esto no se trataba de violencia. Se trataba de consecu
o, las enfermeras gritando. Quería ver su cara cu
penthouse, el que había decorado con tanto amor, tanta esperanza. Su rostro era una nube de
la ciudad parpadeando muy abajo, ajenas a la t
urro, pero vibró a través del suelo, a
mirada, si
Adrián. Una peque
no lo suficientemente apretados como para detenerme la respiración, pero lo suficientemente firmes como para transmitir un poder
etros del mío-. Crees que puedes jugar a estos
te, y un dolor agudo y punzante me recorrió el cráneo. Estrellas explotaron detrás de mis ojos, luego se desvaneci
insistente que se intensificó rápidamente. Una ira lenta y calien
hombre que había jurado protegerme, que había sido mi esc
osesivo, ahora estaban fríos y distantes.
mar a una persona inocente. -Hizo una pausa, su mi
se contrajo, un peso aplastante en mi pecho. Apretó mi braz
ó, su aliento caliente contra
la. Rasgó mi vestido, la delicada tela se rompió con un sonido áspero. Mi mente corría, tratando de encontrar
rriba, sus dedos clav
jo me devolvió la mirada, el cabello despeinado, los ojos muy abiertos y aterror
eshumanizantes, resonaron
eló hasta los huesos-. Tan cansado de esta... esta locura. -Me soltó,
s, intenté arreglarte, reconstruirte. Pero estás rota, Elena. Irreparablemente
ganta
apenas un susurro, una súplica desesperada p
ntrándose con la mía, des
eso de un pasado destrozado. -Hizo una pausa, una sonrisa cruel tocando sus la
giro repentino y violento que me robó el aliento. Me doblé
arme. Lo hice por ti, Adrián. ¡Todo! ¡Todo fue por ti! -Arañé su pecho, mis uñ
su rostro
jo-. Asesinaste a nuestro hijo. Tu 'locura', tu 'lealta
peor que cualquier puñetazo. Mi cuerp
cia mí, sus ojos ardi
que un recordatorio de la oscuridad de la que quiero escapar.
l umbral, su m
hielo-. Porque si lo haces, tu infierno personal se convertirá en u
habitación, dejándome sola en los escombros de nuestra

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