e ola de lágrimas c
uras-. ¿Usas mi trauma en mi contra? ¡Eres un
y sin humor que raspó m
manipula, que presiona, que destruye todo a su paso? ¿O el hombre que final
a, su aliento calie
pobre chica? ¿Disfrutaste viéndola sufrir? ¿Te del
o físico, cada una un martil
ente. Mi cuerpo temblaba con sollozos silenciosos, las lágrimas quemando mis mejillas. C
undo fugaz, creí ver un destello de algo, un fantasma del hombre que una vez fue, un
arne. Su boca se estrelló contra la mía, un beso brutal y castigador que sabía a ira y sangre. Fue u
s ojos ardien
rugido bajo-. Tú fuiste la que me rompió, Elena. Tú fuiste l
provista de emoción-. Todavía no. Pero aprenderás tu lugar, Elena
, un brillo cr
nuestro hijo h
o el cuchillo que ya estaba en mis entrañas. Mi es
de dominación, de castigo, forzándome a soportar las consecuencias de su percepción retorcida. Cuando terminó, se apartó con un estremecimiento de asco, su rostro
nca hablaba, su rostro una máscara de piedra, sus acciones frías y deliberadas. Infligía dolor, tanto físico como emocional, un asalto implacable a mi cuerpo y mi espíritu
mpotencia. Era un juego vicioso, un retorcido juego de poder, y yo era simplemente un peón en su sádico ajedrez. Cada vez, se ib
medio de la desesperación. Logré convencer a una sirvienta sobornada para que me consiguiera una prueba de embaraz
. Quizás, solo quizás, esto podría cambiar las cosas. Un bebé, un símbolo de nuevos comienzos, un puente de regreso al
on una mezcla de terror y esperanza. Te
ulentos guardaespaldas lo flanqueaban, sus rostros impasibles, su presencia irradiando amenaza. Mi
ción fría y despiadada. Avanzaron, sus pesados pasos resonando en la silenciosa habitación
mi voz cruda de terror-. ¡Adrián, detente!
na sonrisa cruel
alidez-. ¿Y crees que eso cambia algo? ¿Crees que q
an por mi rostro-. ¡Nuestro bebé! ¡Tu sa
hó, una mueca escalo
Nunca quise un hijo contigo. No después de lo que le pasó a tu familia. Nece
rca, sus ojos ard
no permitiré que mi legado sea e
el y calculado, desgarrando los
rdenó, su voz fría
a me abandonó, drenada por sus brutales palabras, por la pura e inflexible crueldad de
e. Adrián, abrazándome, susurrando promesas de un futuro, de una familia. Su mano en mi estómago, una caricia suave y tierna. Algún día,
, arrancada. Un grito silencioso rasgó mi alma, pero ningún sonid
pasillo, mis ojos, pesados y desenfocados, vislumbraron a Adrián. Estaba de pie junto a la ventana, de espaldas a mí, su brazo alrededor de Dafne. Su cabeza estaba acurru
e ternura, de intimidad, robado de mí, ahora otorgado a ella. Un nudo frío y duro de odio se retorció en
ad cruda y ardiente de venganza. Mi mente, aguda y clara a pesar
desechable que había escondido meses atrás, salió.
r, tan absolutamente devastadora, que nunca volvería a conocer un momento de paz. Sería testigo de mi desaparición, de mi última y trágica caída en desgracia. Llevaría el peso de mi fantasma, un to

GOOGLE PLAY