/0/21021/coverbig.jpg?v=ca90d8f71ecbe4cfac8b55d703cc1a88)
espontáneos, aferrándome a la esperanza d
ían orquestado cada una de mis pérdidas. Necesitaban las células
octavo aborto, me dejaron estéril; me quitaron el útero para salvarme
rota. No tenían idea de que acababan de
rio a cenizas, dejándolos sin nada m
ítu
vista d
Evans sonrió, sus palabras una suave melo
Era esta. La octava vez. Ocho años, siete corazones rotos, pero esta vez se
desvaneciéndose ligeramente-. Pero Elena, dado tu historial, esta es proba
esadas, una cruda advertencia contra la alegría que crecía en mi pecho. Pero l
decírselo a Javier. Tenía que decírselo ahora mismo. Había sido un gran apoyo durante todas las pérdi
contactos de mi padre, mi fe infinita, mi impulso implacable de su visión. Pasé corriendo por las elegantes puertas de cristal, mi corazón latiendo con anticipación. Aún era te
familiar. Carla. Mi hermana adoptiva. Una punzada de fastidio, pero la descarté. A menudo lo visitaba. Esta
Javier? -La voz de Carla, teñida de una
a perilla. ¿La última?
cuerpo ya no aguanta otra pérdida. -El tono de Javier
costillas, un pájaro frenético atrapado en una jaula. Me
mi embarazo va muy bien. -Carla soltó una risita, un sonido que me erizó la piel-. Esta o
s se revolvieron en mi mente, negándose a formar un pensamiento
nte potentes, especialmente de una madre con los marcadores genéticos únicos de Elena. Es la única manera de salvar a nues
bló. Javier. Mi esposo. Mi mejor amigo. El hombre que me había abr
a en sus brazos, creyendo que su dolor era genuino. Creyendo que me amaba. Me había usado. Usado mi cuerpo como una incubadora, una fábrica
mi mano. Se sentía como una broma cruel. Una ironía enferma y retorcida. Este
que se me resbaló, la caída "accidental", el sangrado repentino e inexplicable. Él siempre había estado allí, la viva
ra un fin. Un recurso. Un peldaño para su ambición y
ionando mi mano sobre mi boca para sofocar los gritos que amenazaban con estallar. Las lágrimas corrían por mi rostro, calientes y amargas. Esto no
uerta. Carla estaba apoyada en Javier, su cabeza en su hombro, su brazo alrededor de ella. Se estaban riendo. Compartiendo un momento de intimidad, un momento constr
Carla, su voz goteando veneno-.
ha sido fácil de manipular. La princesita consentida de Benjamín. Me allanó e
clara. Las lágrimas se detuvieron. No era solo
ntas la grabadora de voz, mi corazón latiendo un ritmo furioso contra mis costillas. *Clic*. La luz roja brill
ado varios pisos más abajo, solté un grito gutural que fue absorbido por el zumbido del motor. La prueba de
hando. Habían pintado un cuadro de arrepentimiento, de querer reconectar. Yo, una joven ingenua hambrienta de conexión,
ndo, una bandera blanca de rendición a un pasado que ahora e
ín. Siempre me había advertido sobre Javier, sobre el brillo en sus ojos, la ambi
n voz ahogada,
era cálida, preocupada. La preocupación genuina que
a. Por su hijo. -Las palabras salieron a trompicones, una c
uila y controlada en su voz. -Lo sabía. Te
a que lloré. Por cada mentira. -Mi voz era fría ahora, desprovista de emoción-. Quiero arrui
o, Elena. Haré los arreglos. Tú solo concéntrate en ti mi
te bebé... esta es mi fuerza. Mi razón. Yo haré esto. Por ello
po diferente de energía ahora. No miedo, sino propósito. El j

GOOGLE PLAY