img La Venganza Fría de la Esposa Estéril  /  Capítulo 7 | 25.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 7

Palabras:1217    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:43

vista d

es susurrantes. El aire olía a antiséptico y arrepentimiento. Estaba

os ojos llenos de piedad, me miró. -¿

ba reseca, mi voz un graznido ronco.

s ajustaba mi goteo intravenoso-. Una caída grave, y... bueno,

o levantada con ira. El rugido furioso de Javier. El dolor abr

tinuó, su voz suavizándose con un aire de profun

miraba, el tono susurrante, la tristeza no expresada. Y

ra, entró en la habitación unos minutos después. Su rostro estaba grabado c

dente, considerando el trauma en tu cuerpo y tu historial de abortos repetidos

erectomía. Salvarte la vida. *No más hijos para Elena Wheeler*. La cruda

ió. Mi cuerpo estaba vacío. Mis sueños, completamente destrozados. N

beza, las lágrimas brotando de mis ojos-. No, no lo ent

piedad. -Elena, no hay otra manera. Tu útero estaba demasiado dañado. Otro embarazo te

a, un torrente interminable de dolor y desesperación. Este era mi castigo. Por amar al hombre equivocado. Por confiar en la hermana equivocada. Por s

¿Qué es esta tontería que oigo de que necesitas una transfusión de sangre? ¿Sabes lo que está

o el Dr. Evans, interponiéndose entre nosotros-. Acaba de recib

astador es que estás reteniendo la sangre! ¡Carla la necesita ahora! ¡La

azón ya sangrante. Seguía pensando solo en ella. Solo en su

etantemente tranquila, aunque mi cuerpo temblaba incontrolable

idamente reemplazado por la irritación. -¡Oh, por el amor de Dios, Elena! ¡Estás siendo dramática! Has tenido siet

ril. -Mi voz era un canto fúnebre plano y sin emociones-. Y la sangre... es mía. Es

ante, agarrando mi brazo, su agarre como hierro. -¡Me la darás, Elena!

mando! -El Dr. Evans intentó interve

te egoísta, Elena! -Metió la mano en el bolsillo de su abrigo, sacando una pequeña bolsa de terciopelo. La abrió, derramando su contenido sobre

utural salió de mi garganta. -¡Monst

os brillando con un triunfo enfermizo-. Y si no me das esa sangre,

Mis bebés. Rehenes. Incluso en la mue

mi rostro-. Bien. Tómala. Toma lo que quieras. Pero ju

uena chica. Siempre fuiste tan dócil. -Hizo una seña a las enfermeras, qui

ternidad, para nutrir al hijo de mis traidores. Cada gota se sentía como si una parte de mi alma

en shock! -gritó el Dr. Evans, corriendo hacia a

Solo terminen. -Observó, sus ojos fijos en la bolsa de mi sangre, una mirada de somb

Mi visión se nubló, los sonidos de la habitación desvaneciéndose en un zumbido distante. Mi cuerpo cedió. Lo último qu

da. Nada más que las brasas ardientes de un odio ta

vida. Cerré los ojos, un solo pensamiento resuelto reso

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY