img La Venganza Fría de la Esposa Estéril  /  Capítulo 6 | 21.43%
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Historia

Capítulo 6

Palabras:1605    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:43

vista d

mo un par de tortolitos, su afecto forzado una exhibición constante y enfermiza. Creían que habían ganado. Creían que

ternura que solía ser mía. Carla a menudo se colgaba de Javier, su mano acariciando su creciente vientre, un símbolo triunf

do ventaja), hice mi movimiento. Sabía que su estudio era su santuario, lleno de sus secretos más guardados. Mi objetivo: su computadora portát

ta". La pantalla parpadeó, revelando sus archivos meticulosamente organizados. No tardé mucho. Sus comunicaciones con el Dr. Miller, registros detallados de mis medicamentos, instrucciones veladas para "manejar las complicacio

a quemando. Seguí el olor, mi corazón acelerándose. Me llevó al patio trase

bios. Estaba arrojando cosas al fuego, una por una. Objetos pequeños y familiares. Mis materiales de arte. Mis preciados diarios.

eshaciéndome de todas las cosas viejas y tristes. ¡Fuera lo viejo, adentro lo nuevo, verdad? -Arrojó otro objeto a

tenencias -dije, mi voz pl

un favor, cariño. Ayudándote a seguir adelante. -Su mirada parpadeó hacia la pequeña manta de bebé de marfil que apretaba en mi mano. La que ha

arrebató la manta de las manos y, con un

ima pieza tangible de mis hijos perdidos, un símbolo de mi maternidad destrozada. Me abalanc

a ardiente, retirando un pequeño fragmento chamuscado. Era todo lo que

os silenciosos. Las lágrimas corrían por mi rostro, calientes e interminables. Est

es, Elena. Llora todo. Finalmente estás viendo las cosas con claridad.

siseé, mi voz baja y temblorosa de furia desatada. Con un repentino estallido de fuerza, me

ar en par por la sorpresa. Tropezó hacia atrás, tropezando con sus

dose la mejilla-. ¡Me pegaste! ¡L

emar mis recuerdos, mi dolor, mi alma misma? ¿Crees que simplemente puedes ganar? -Me arrodillé a su lado, mi voz un susurro furioso-. ¿Lo sentiste

mostraron un destello de miedo gen

emasiado estúpida para darme cuenta. Demasiado débil para contraatacar. Pensaron que podían simplemente tomar lo que querían, dejándo

o contra mi agarre-. ¡Te arrepenti

entí un dolor punzante, pero no la solté. En cambio,

ruñí-. Lo desprecio. Y te desprecio a t

a, resbaló, y ella liberó su brazo. En su desesperado intento de escapar, tropezó hacia atrás, sus pies enganchándose en una losa suelta. Se tambaleó por un

l aire. Carla yacía al pie de los escal

rla, luego a mí, sus ojos ardiendo con una furia furiosa y asesina. -¡¿Qué h

a sollozar, agarrándose el estómago. -¡Javier! ¡

de mi bebé! -grité, mi voz ronca, señalando las volutas de humo que

o que me heló la sangre. -Eres verdaderamente una mujer trastornada, Elena. Me das asco. Eres un peligro para todos los que te rodean. -Tomó a Carla en sus brazos, su cab

ontrándose con los míos por encima de su hombro. Una

fría y justa. Él había elegido. Siempre la había eleg

. Te arrepentirás de esto. Te arrepentirás de traicionarme. Te arrepentirás d

espaldas a mí. Ni siquier

de la cirugía reciente. Se abrió, un nuevo chorro de sangre

ndo la respiración. Esto era todo. El acto fina

te, se había extinguido. Reemplazado por un odio

e de Carla fue lo último que vi antes de que

todavía en mi mano, mi sangre acumulándose a mi alrededo

frías, dejando un rastro carmesí detrás de mí. Lo último que escuché ante

terminado. Apena

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