vista de
n, mi maldito corazón, martilleaba un ritmo errático contra mis costillas, un recordatorio constante de mi precaria salud y la frágil base de mi ambición. Isabella yacía inconsciente en
cordante en la silenciosa habitación. E
ó, "la señorita Monte
eló la
ué quieres decir con que se ha ido? ¡Te dije que la
"Un hombre. Un hombre muy... imponente. Simplemente entró, la levantó, inconsciente como est
orizado de Sofía, sus ojos desafiantes, destellando ante mí. ¿Quién se atrevería
i voz tensa con una re
ccionado. Y sus ojos... eran como el hielo, señor. No dijo
llena de un
ención completamente en este nuevo y exasp
o atrás la figura inmóvil de Isabella, mi mente un
, ladré órdenes, mi voz
Cada cámara, cada ángulo! ¡Quiero saber qu
de la propiedad. Y allí estaba él. El "fantasma". Alto, de hombros anchos, llevando a Sofía en sus brazos como si no pesara nada. Su cabeza descansaba contra s
onrisa fría y sabionda en sus labios. Luego, con un movimiento casual de su muñeca, levantó el
consumió. Golpeé la consola con
furia. "¡Encuéntrenlo y tráiganmelo! ¡
sala de vigilancia, su rostro pálido, sus ojos
está pasando? ¿Qui
'fantasma' en la pantalla
ltos, ¿no? Hombres patéticos y pegajo
ella, mi paci
voz quebrándose. "¡Esto no tiene n
o amante, Alejandro. El que siempre te estuvo ocultando. ¡Con el que realmente estaba
? ¿Realmente Sofía había estado ocultando algo todo este tiempo? ¿Era este hombre la raz
tándose, una amenaza primigenia en mi
leite malicioso. "¿Crees que simplemente volverá después d
que envió escalof
andro. Siempre
contactos, para encontrar a ese hombre y a Sofía! ¡Quiero rastreadores en cada aeropuerto, cada te
a con una furi
e traigan a ese hombre. Le haré arrepe
ella, mi mirada frí
y amenazante, "te sugiero que te cuides la lengu
nea. Mi mirada volvió a la pantalla de vigilancia, a la última imagen de Sofía en los brazos del fantasma. Una

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