vista de
palpitaba la cabeza. El palpitar era un compañero constante estos días. Me encontré en mi propia cama, las opule
bata de seda blanca, entró, con una bandeja cargada de desayuno en su
suave y dulce. "¿Cómo te sientes esta
o una mueca por el do
, mi voz ronca.
Isabella se te
terada. La hice trasladar a una habitación más có
sita de noche, su mano roz
do por ella, Alejandr
illo frío y calculador en su
dije, mi voz baja y peligrosa.
enuina sorpresa cruzando su rostro, rá
ratando de manipularte! ¡No había ningún hijo! ¡Siempre ha
, su voz bajando a u
su 'proyecto de arte' se incendió? ¡Ella orquestó todo, Alejandro, para llamar tu atención, para
a. Mi mente se tambaleó, tratando de ordenar sus venenosas afirmaciones. ¿Sofía odiándome? ¿Necesitando mi dinero? Era impe
cabeza, tratando de despeja
pló, un sonid
tral! Eres tan ingenuo cuando se trata de ella. Es una don
escalofriante
dad a los Garza en el momento en que se confirmara su 'em
¿Arruinarme? El pensamiento, una vez plantado, comenzó a enconarse. ¿Y si? ¿Y si realmente era capaz de tal
tó, un dolor fam
gruñí, mi voz ásper
iencia, un destello d
esees,
bata de seda blanca arre
s... 'conocidas' en el futuro. Algunas
dejando el sabor amargo d
screto golpe. La señora Elv
na situación con la se
tilleó contra
voz aguda con un renov
acó a la señorit
ó las manos, sus ojos lleno
stante angustiada. Se cayó
s palabras de Isabella resonaron en mis oídos: "Siempre ha sido una manip
contré a Isabella al pie de la gran escalera, gimoteando dramáticamente, su tobillo
o teatral. "¡Me empujó! ¡Simplemente salió
ra, su rostro pálido, sus ojos ardie
z ronca. "¡Se tropezó! ¡Inte
levada al límite. ¿A quién creer? Pero la imagen de la forma arrugada de Isabella, sus grito
e Isabella, acu
teñida de una preocupación que era en
entrecerrados en una mi
¿qué has
, su voz quebrándose por la desesperación. "¡Mira l
a gimoteando, le
n brillo triunfante en sus ojos llenos d
en el extenso sistema de seguridad de la mansión. Un descuido deliberado, ahora q
fría y firme. "Discúlpate con Isabel
amor, ahora solo contenían
o de sus labios. "¿Disculparme por ser víctima de s
unda decepción gr
das
icada. Pero duró solo un momento. La vergüenza de ser desafiado públicament
menaza. "¿Quieres ser difícil? ¿Quieres hacerte la víctima
mos vestigios de cualquier afecto
segúrense de que no reciba atención méd
te, se movieron. Sofía no luchó esta vez. Simplement
ro", susurró, su voz apenas audible.
a haber dolido, debería haberme llenado de remordimiento. Pero no lo hizo. Solo qued

GOOGLE PLAY