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Historia

Capítulo 6

Palabras:1265    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:38

vista de

mirándome con un vacío escalofriante. La vi mientras se la llevaban, la imagen retorciendo un nudo en mi estómago que no p

, era pesado y frío. El olor a desinfectante se mezclaba con algo cobrizo, m

iendo?", graznó, su voz dé

us delgadas muñecas dejando m

to! ¡No puedes simpl

o. Mi propio dolor, mi propio arrepentimien

mi voz baja y amenazante. "Deberías haberte qued

l de que se estaba quebrando. Pero ella solo me devolvió l

amante, tu confidente, tu apoyo? Mi lugar era ser la madre de tu hijo. ¡Pero lo tiras

al de los Garza, se enconaba dentro de mí. Mi mano se disparó, abofeteándola con fuerza en la cara. El agudo chasquido

oz sorprendentemente firme, sus ojos aún fijos en

corazón un bl

voz desprovista de emoción. "Manténganla en el v

uriosidad impulsándome. El almacén era húmedo, frío y tenuemente iluminado, sus paredes de piedra resbaladizas por la humedad

etó en mi estómago. Arañas, sus telarañas brillando como encaje fantasmal, se aferraban a las esqui

uestro apartamento. Ella había gritado, saltando a una silla, su rostro contorsionado en una cómica máscara de terror. "¡Odio las ratas, Alejandro! ¡Son tan a

, abrazándola bajo el cielo estrellado. "De c

nunciadas con genuino afe

bía convertido. La Sofía de ese recuerdo, tan inocente y confiada, se había ido. Reemplazada por una mujer cuyos ojos contenía

cortando mis pensamientos, desprovista de toda emoción. "Usar m

úmedo. La respiración de Sofía se entrecortó. Dio un paso atrás, luego otro, hasta que su espalda chocó contra la fría pared

Las ratas, sintiendo su angustia, pulularon. Se arrastraron sobre sus piernas, sus brazos, sus diminutas y afiladas gar

lágrimas corriendo por su rostro, mezclán

mi corazón una piedra fría en mi pecho, una perversa satisfacció

ó flácido mientras la conciencia amenazaba con abandonarla de nuevo. El corte en su cabeza, reabierto por sus movimie

al corazón. Mi condición congénita. ¿Era este el irónico castigo del destino? Mi corazón, lo mismo qu

de la neblina de mi propio sufrimiento, no podía apartar los ojos de Sofía. Su cuerpo estaba quieto,

Era Isabella, su rostro una m

hacia la forma inconsciente de Sofía en el suelo, rodeada por las ratas que corr

l pecho, el dolor intensificándos

ensa, mi cue

ve bastante patética si me preguntas. Supongo que algunas per

e del almacén, su

í abajo le enseñe una

de mi garganta, cruda y desespe

, cegador. No podía dejar que Sofía m

, una fría diver

de tu decisión, Alejandro? ¿Pensa

escalofriante

dijiste que era un '

lanzadas de vuelta a mí, retorciendo el cuchillo en mi corazón. La ironía era un sabor amarg

esplomándome contra la par

, yaciendo sin vida entre las sombras, y el

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