ógico que yo adoraba, envió a sus ho
años, Juliana, en un escenario, siendo subastada como
después del intento de suicidio de Juliana, dejó que su amante -una investigadora sin cual
o que nuestro matrimonio era una
da de mi hija, solo para permitir que su amante
, nos engañaron a mi madre y a m
ras me arrodillaba sobre su cuerpo destrozado, mi dolor por f
to, exigiendo mi presencia en su fiesta d
est
ítu
zo, el sonido resonando en el silencioso garaje de temperatura controlada. Dos de los hom
, preguntó ella,
oto solo la miró por el espejo re
dijo?", preguntó,
jo que estuv
etera privada. Se alejaban de las luces de la ciudad, adentrándose en las colinas de la Sierra Madre. Un n
millonario tecnológico que había amado con cada fibra de
a científica investigadora que él estaba financiando. K
riéndose sin hacer ruido. Las luces brillaban en cada ventana, pero los terreno
rió la puerta. "El señor
tíbulo. El aire estaba cargado del olor a perfume caro y
pal, sobre una plataforma ele
í, vistiendo solo una delgada bata blanca. Su rostro estaba pálido, sus ojos abiertos de par en par por el terror, fijos en Carlota.
s de champán y murmuraban entre sí, sus rostros iluminados por una especie de excitación
las copas, era un rugido en los oídos de Carl
para nuestra última y más exclusiva pieza de la noche. Una escultura viviente.
ud se rio, un sonido
taba congelado. Los hombres que la trajeron se pararon a cada l
ó, luchando contra
as, una sola gota trazando un camino a tr
iciosa científica se aferraba a su brazo, susurrándole algo al oído. Eugenio le sonrió, una sonrisa tierna e indu
a la arquitecta de este horror mientr
ubían más y más, las voces de
voz quebrada. "¿Qué estás haciend
ojos eran fríos, aburridos. Como si
escándalo", dijo, su voz res
gada a su brazo. Se detuvo a unos metros
lpa, ¿sabes?",
lpa?". Se subió la manga del vestido, revelando los oscuros y feos moretones en su brazo de c
cia los moretones y luego se apar
mo si discutiera un negocio. "Karina necesita que ese puesto sea para su candidato
as palabras calaran. "Te pedí
irara a la basura
ijo, su voz bajando a un tono bajo y amenaza
se de ella. Miró a Juliana, que temblaba en la plataf
o solo está tratando de ayudarte a tomar la decisión correcta, Carlota. Pero
con el que se había casado. El hombre que una vez h
as atascándose en su garganta. "Prom
emergencias, un desconocido con amnesia después de un accidente de coche. Ella lo había cuidado, lo ha
as*, le había dicho. *A
bía cambiado. La había conquistado, ignorando las objeciones de su familia para casars
on tanto cuidado. *Esta mano salva vidas. Nunca dejaré que nada
to y depravado salón. El hombre que las dijo
nrisa coqueta en el rostro. Él asintió, sus
Y como bono", anunció Eugenio, su voz retumbando con falsa ma
a se heló. Sabía lo
Eugenio
dias, lanzándose hacia el escena
subastador cay
estino. La multitud
a habitación giraba. Lo único en lo que podía con
desesperación. "¡Renunciaré! Renunciaré
astidio? ¿satisfacción?- en sus ojos. Le
ándola de la barbilla y
rlota", murmuró, su aliento frío contra su
multitud con Karina. Los guardias sacaron a Carlota del salón