cir que Katya no
e la
por un hombre muy grande y robusto, que parecía recién salido de la cárcel. Los ojos de él vieron primero a Katya,
é despierto, señor
dió Egan–. Deja que la doct
simplemente miró una última vez al tal Boris asustada, para después recibir
abajando, pero Katya se for
factura. Miraba de reojo a Boris que la miraba con atención y no necesitaba mirar
d el repartidor, entregándole una bolsa de farmaci
rzadamente aquí, en esa condición, no es nada agrada
xtrañado, fue instado por Boris a salir, Katya supo que ahí se había ido su oportunidad de libe
ya y ella tuvo que respirar para controlar e
enfrentarlo–, de verdad. Fui un completo idiota al creer que una simple p
ma que había rodado por su mejilla y se c
go lo de
a algo para sentir: burla. Katya se giró y lo enfrentó. Seguía recostado en la camilla, el arma yaciendo plácida y cómodamente a un lad
ernas de la camilla y se tomó con fuerza del hombro cuando los puntos ti
reloj y ropa que estaban cerca de la camilla. Desde la perspectiva tan cercana que Katya lo sostenía, podía sentir la calidez que irradiaba todo su cuerpo, así como de los músculos duros y definidos
za de Katya. Ella seguía creyendo que al final de
staba decidida en encontrar
stó su espalda contra la pared y simplemente se quedó mirándola a los
le dio la espalda y se cruzó de brazos. Aquello hizo reír suavemente a Egan, como si intentara evitar que ella se diera cuenta que él se
, gr
or pudor, sino por inexperiencia. –Katya sintió su rostro e
ro qu
la pregunta fuese negativa, sino porque después iría la pregunta "¿cuántos?"
el profundo acento que le salió al hablar. Se negó rotundamente a girarse, así que cruzó se cr
la podía tener a su disposición solo porque e
dedicaría a hacerl
iferente. Su piel es bronceada, su espalda ancha y su cintura pequeña, enmarcados por unos abdominales muy definidos. Cuando Egan la vio resist
ame a poner
Po
ondió Egan, encogi
, debes decir
endido al ser to
–Otra vez su voz
s agujetas de los zapatos de Egan. Sus ojos se ilumi
Egan, él levantó una ceja sin recordar el hilo de la conversación–. Te
o tartamudear ni sonar nerviosa. Pero E
negocio –a Katya se le cayó la cara y sintió su sangre helarse
da de sus manos. Aquello causó que Katya se pusiera nerviosa, tanto que cuando su mano rozó por accidente el abdomen de Egan, ella no pudo evitar ten
no decir
no de Katya de su camisa y terminó de hacerlo el mismo. Katya, por otro
mponente–. Te quedarás a mi lado y yo mism