a. Pese a que ella no hubiese dejado que él la tocará, si eso significaba que se iría con ellas, no se apartó de
onar a mis hombres
posición y comenzó a disparar a diestra y siniestra con su escopeta. Egan también empezó a disparar con su brazo contrario al lado donde había
de militares. Y aunque las puntadas de Egan estaban muy frescas, él luchaba con una gracia de vengador; desataba con cada golpe una ira que Katya no comprendía de dónde venía. Pero
lo. La propulsión de la bala atravesó el hombro del militar y al mismo tiempo la empujó a ella hacia atrás. Egan fue el primero en mirarla co
ar cómo lo había hecho ella. Katya no se esperó en ningún momento eso, así que cuando el cuerpo grande y cálido de Egan la envolvió y tiró de ella hacia atrás, salvándo
atya estaba sorprendida, pero Egan lucía completamente desorientado, cómo si ni él mismo pudiese creer lo qu
zaron a gritar órdenes a cualquier hombre qué no estuviese tan querido, velando p
rincón de la casa para que nadie lo viera, lo tomó de la mano y lo llevó de regreso a la clínica donde habían
ligasas. Egan hizo lo que le pidió, y cuando Katya estaba desinfectada y con todos sus instrumentos a la mano, cor
do Katya quitó
do contratas do
uda quitarle un poco de tensión
le dio nada de
te metes en pele
acía sus manos hasta su rostro que poco a poco se llenaba de gotas de sudor. Katya se esforzaba por descubrir qué decía la mirada de Egan cada vez que la miraba, pero era imposible. Él no demostraba nada, e
rmines –ordenó–, la sangre que te sa
uién, al no soportar más su tacto, se alejó de su mano y
a. –Murmuró sin e
stá su majestad
r por la ironía
ue eras un mafioso.
guapísima. El hombre, incluso después de recibir una bala, pelear como con al menos diez guardias armados y reabrirse la herida podía seguir luciendo como un modelo de
nas de golpearlo cuando é
gran importancia a un mafioso, a un puto líder de la mafia, hay una gran diferencia. ¿Sabes qué podría ir presa ahora? –Egan apenas parpad
e respuesta de Egan, en ese moment
mente tu
palabr
e. ¡Tú mismo me dijiste hace apenas unas horas que e
a rascarse la herida–. Mi palabras son mis promesas, Katya, y eso es lo único en mí q
go más que en tristeza al pensar en su madre, a quien
invest
Debía asegurarme de saber a quien realment
imaginarse toda la informació
litares te encontraran –como Katya notó que él no respondería nada, simplemente dijo lo primero que se le cruzó por la mente–. L
volvió a tomar su lugar, Katya se sintió encoger bajo ella. Pero ambos se vio interrumpidos por
me ha
emente te apliqué un ungüento. Probablemente tenga
ofendido al
con su cabeza pero su risa suave demostr
ue de la puerta los sacó a ambos de aquella e