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Desperté con el nauseabundo olor a mezcal barato, un hedor a muerte que ya conocía. Mi vestido de novia, hecho con mis propias manos, ahora estaba empapado y frío, pegado a mi piel mientras el eco burlón de mi propia fiesta de bodas vibraba desde la superficie del pozo. Lo recordaba todo: la traición de Mateo, el hombre al que me entregaron a los cinco años como su futura esposa. Recordaba el infierno de mi primera vida: diez años encerrada, vendida como ganado al carnicero Don Ramiro, y el día en que él ahogó a nuestras tres hijas en un barril de despojos. Salí de ese pozo de mezcal con una determinación helada, un fuego nuevo en mis ojos, dispuesta a cambiar mi destino. Pero la vida es cruel y el destino, terco. Mateo me arrastró de regreso, acusándome de arruinar su boda. Con una sonrisa sádica, cortó la cuerda que me ayudó a salir y me arrojó de nuevo al pozo. Isabella, su complice, me lanzó botellas y basura, gritando: "Púdrete ahí abajo, perra". Apenas logré aferrarme a una cuerda que, inesperadamente, dejó caer Don Ramiro, el carnicero, mi torturador en mi vida anterior, quien ahora me miraba con ojos lujuriosos. "Vaya, vaya... una sirenita empapada", dijo, y sentí sus asquerosas manos en mi cintura. La furia me invadió, un relámpago de dolor y odio, y lo golpeé con todas mis fuerzas, buscando escapar de nuevo. Corrí hacia el ruido de la fiesta, buscando testigos, pero fui recibida con desprecio. En lugar de ayuda, Mateo me abofeteó en público, humillándome, mientras Isabella, fingiendo inocencia, me acusaba de brujería. Cuando la abuela de Mateo se interpuso para salvarme de la turba, un cuchillo se hundió en su hombro. Mateo, cegado por la furia, me entregó a Don Ramiro, el carnicero, con una sonrisa fría. "Te la regalo. Haz con ella lo que quieras". "¡No!", grité, escupiéndole en la cara, mi desafío resonando en el patio. La abuela de Mateo, mi única aliada, murió por su herida y Mateo, en un ataque de locura, me golpeó hasta dejarme inconsciente, para luego encerrarme en la bodega. Isabella le prendió fuego con una sonrisa cruel: "Adiós, Sofía". Creí que todo estaba perdido, que la historia se repetía. Pero, ¿y si esta vez, el destino tuviera un giro a mi favor? ¿Y si lo que parecía mi fin, era en realidad el comienzo? ¿Podría un alma rota como la mía, volver para reclamar lo que le fue arrebatado, no solo de mis enemigos, sino de mi propio pasado?