abandonarla, una voz masculina, grave y
n ahí? ¡Oye!
go. El dolor en su cabeza era agudo, pe
se aferró a ella. Sus manos, delicadas y acostumbradas a bordar, se despellejaron
o, jadeando y cubierta de sangr
amiro, el
ado en su vida anterior. El olor a sangre y a g
éndola con lascivia. Sus manos sucias y grandes se posaron e
jas, inundó a Sofía con una furia helada. Sin pensarlo dos veces,
dobló, dándole a Sofía el seg
in importarle su aspecto. Quería testigos
Todos los ojos se clavaron en ella. La novia rechazada, cu
en la puerta, sus rostros u
ella y, sin mediar palabra, le dio u
on quién te revolca
bio con el dorso de la mano. Lo miró directame
pozo! ¡Tú y ella!", grit
dramático, corriendo a e
, una brujería para que la amaras, Mateo. Cuando me ne
a, tan vil, que por un mome
ulenta se abrió paso entre la multitud. Era la abuela
a arruinar a mi familia! ¡A t
ando del espectáculo. Sofía, herida, humillada, escupió
mbre justo y herido, se arrodilló te
o traje a esta víbora a mi casa. Y
r Sofía, intentando ponerse
, arrastrándola por el suelo de tierra hasta ponerl
ón", siseó
rama a un nuevo nivel. Agarró un cu
tó. "¡Con esta sombra sobre
orcejeo teatral, el cuchillo voló por los aires y, con una precisión casi im
labios mientras sentía el fr
ocupación, sino con un sa
la voz para que solo ella lo oyera, añadió: "Un movimiento en falso más, y te juro que y
pero fascinados, comenza
baje como sirvienta has
ja! ¡Hay que ech
a de que su segunda vida estaba empezando