demasiado bien, el olor de su propia muerte. El vestido de novia, blanco y bordado a mano por ell
ntra un cielo sin estrellas. La música de la fiesta de boda
rdó
da an
da familia Hernández, los dueños de la taquería más famosa del pueblo. El trato
, sus manos siempre olían a cilantro y a masa de maíz. Cuidó con una devoción infinita a la abuela de Mateo, una mujer postrada en cama por una enf
ra solo un mueble más en la casa, una pr
sa, astuta, con una sonrisa que escondía veneno. Una "promet
n. Había gritado, había suplicado. El escándalo terminó cuando la abuela de Isabella,
para encerrarla en la bodega de la taquería. Diez años de oscuridad, soledad y maltrato. Diez años hasta que se cansó de ella y
luces en su oscuridad. Pero ni siquiera eso le fue permitido. Un día, el carnicero,
tan insoportable, que Sofía
estab
rena
a noche de su boda,
na determinación helada que nunca
red de piedra del pozo y comenzó a trepar. Salió, empapada
invitados que la vieron. Caminó directament
Isabella, a punto de
ma, tomó la colcha de seda que ella misma había bordado con sus iniciales y las de Mateo, y la dobló con una
completamente
s que está
a un gruñ
mi noche de bodas
o, se aferró al brazo de Mateo, sus oj
es difícil para ti, pero... por f
olor, solo un frío desprecio. Se giró hacia l
No se preocupen por m
La Sofía que él conocía habría estado de rodillas, suplicando.
la bruscamente del brazo. "¡Estás tratando de manip
ba a caminar, él hizo algo que heló la sangre de Sofía. Con un movimiento rápido, sacó un cuchillo
mente de Sofía. ¿Era posible?
torsionado por la ira. "¡Quieres fingir tu muerte pa
brutal, la arrojó
aire. Desde arriba, la cara de Isabella apar
ahí abajo
, platos rotos. Una de las botellas golpeó a Sofía en la cabeza, abriéndole u
ores y la música de la fiesta que se r
etir su destino, una y