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Éramos Sofía y Elena, diosas entre los mortales, repostera y costurera, creadoras de maravillas. Por cinco años, entregamos nuestra esencia a los hermanos López, Carlos y Ricardo, construyendo su imperio restaurantero "ladrillo a ladrillo, postre a postre, diseño a diseño". Pero la noche previa a la inauguración de "El Olimpo", su proyecto cumbre, ellos lo revelaron: éramos solo "empleadas", herramientas desechables. "Nunca fueron más que eso", escupió Ricardo. La traición se grabó en mi pecho cuando Ricardo, con brutalidad, agredió a Elena. "Sofía...", susurró ella antes de desaparecer, "quiero quemarlos a todos". Su cuerpo mortal se disolvió en polvo de estrellas. La mataron. Ellos lo vieron y solo preguntaron: "¿Dónde están los diseños?". Ninguno mostró una pizca de preocupación. Mis ojos, ya no los de la humilde repostera, prometieron una venganza fría. No los perdonaría. Ahora, ¿cómo cobraría una diosa su dolor en el mundo mortal? ¿Y qué secretos guardaban los que la traicionaron? Decidí darles las "recetas", pero escondí la verdadera magia. Luego, hice lo impensable: regresé al Reino Celestial frente a sus ojos. Mi muerte mortal fue solo el principio de su tortura divina. El juego apenas comienza. ¿Están listos para probar el verdadero sabor de mi venganza?