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El olor a desinfectante y el frío de la tumba aún se pegaban a mis huesos, un recuerdo helado de mi muerte. Pero al abrir los ojos, reconocí la luz del sol en la casa de mi madre en 2023. De repente, las risas de mi hermana Isabella y mi esposo Marco Antonio confirmaron mi peor pesadilla: en mi vida pasada, ellos se habían casado y habían tomado todo lo mío. Mi propia habitación había sido invadida por las cosas de Isabella, y mi madre, despectivamente, me dijo: "Esta ya no es tu habitación. Vete a tu propia casa con Marco". Él, en lugar de defenderme, la secundó. La cena fue una tortura, mi madre elogiando a Isabella y a su lado Marco, defendiéndola. La indignación me ahogaba al ver su traición crecer día a día, confirmando mis peores sospechas sobre su plan. ¿Generosa? ¿Dándole mi cuarto, mi esposo, mi vida entera? La humillación era insoportable. Marco me exigió disculpas, pero ya no había vuelta atrás. En un arrebato de indignación, lo dejé en la carretera, sabiendo que ya no había amor en sus ojos, solo fastidio. En ese momento, la vieja Sofía murió. La nueva Sofía estaba naciendo.