tenido un problema en el trabajo que Marco le había conseguido. Un cliente importante se había q
odo era un malentendido, que el cliente la había acosado. Sabía
e y conciliadora. "Hermanita, ¿podrías venir a casa de mamá? Hic
a ir. Necesitaba recuperar algo que había dejado en mi antiguo cuarto: mi títul
Marco ya estaba allí, sentado en el sofá junto a Isabella, q
ecto al grano. "Isabella, vine po
ligeramente abierta. Quería escuchar lo que decían cuando pensaba
uncionará?", escuché la voz
bil. Cuando sepa que estamos planeando que te cases con Isabella tan pronto
n. Deshacerse de mí para que él pudiera casa
ez que Sofía se vaya, seremos muy felices. Mamá y yo nos encargar
dijo Marco. "Los tengo desde hace años, por
con el celular en la mano. Lo
temblando de furia. "¿Un plan para deshacerse de m
mo el papel. "Sofía, no es lo que
é. "¡Quieres casarte con ella! ¡Y tú, mamá,
, siseó mi madre. "¡No
¡Ahora mismo!", repetí, mir
l brazo, con más fuerza de la necesaria. "V
de qué habla
dre se quedaron en la puerta, mirándome con desprecio. "Haces bien, Marc
rre de Marco. Mi propia madre me veía c
vorciarme de ti, Sofía. Te amo. Lo que escuchaste fue.
alegría. De repente, el recuerdo de los papeles de divorcio que él mismo había mencion
co?", pregunté con
e está
o. Dijiste que los tenía
Esa fue toda la confir
guiente nivel. Fue a mi oficina. Yo estaba en medio
te había dicho que él me acosaba?!", gritó, a
a. No entendía
culpa!", continuó su espectáculo. Se arrodilló en el suelo, aferrándose a mi
acusación. Yo era la hermana mala que le in
é de qué estás hablando",
ió hacia Isabella y la abrazó. Luego se giró hacia mí y, sin previo a
atreves a hacerle esto a tu prop
ardor. Estaba en shock. No podía creer que m
Marco. Vio la escena: Isabella llorando en el suelo, mi mad
o aquí?", pregunt
á diciendo a todo el mundo que yo inventé c
izca de duda. Me creyó culpable al instante
o. La humillación era tan grande que ap
insistió, su voz
mi hermana, que sonreía sutilmente detrás de sus lágrimas falsas. Y en ese i
dije con toda la fu
murmullos de mis compañeros. Marco me miró con una profund
aría con Isabella. Aproveché la oportunidad. Fui a su estudio, al cajón de su esc
papeles de divorcio. Con la fecha de hacía casi tres años. Mi nom
hizo añicos. Pero de esos pedazos, algo nuevo y duro comenzó a formarse. L