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El frío que sentía Elian no venía del mármol, sino de sus huesos rotos. Su vida se desvanecía en el suelo del hospital, mientras el hombre que amaba, Damián, consolaba a Sofía por un rasguño, la misma mujer que la había empujado, destrozando su carrera de bailarina y el legado de su abuela. Mi pierna... mi carrera... todo se había ido en un instante. El mundo solo tenía ojos para las lágrimas de la villana. Justo cuando la oscuridad amenazaba con tragarla, una voz mecánica resonó en su cabeza: "Análisis de la trama concluido. La personaje secundaria, Elian, ha cumplido su función. Muerte inminente. Fin del arco del personaje". Aquellas palabras la golpearon más que la caída. ¿Personaje secundario? ¿Su vida era solo un guion para el romance de otros? La rabia impotente la consumió. Entonces, la voz dijo: "Detectada anomalía. Iniciando reinicio de emergencia". Una luz blanca la envolvió, y Elian se encontró de nuevo, ilesa, frente a Damián, en el punto exacto donde su pesadilla había comenzado. Esta vez, la secundaria reescribiría su propio maldito final.