e mujer mantenida. Comencé a sacar todo, arrojándolo sin cuidado sobre la cama. Los vestidos de seda, los collares de diamantes, los tacones que nunca elegí. Todo en una pila. Luego, fui a mi
ó de golpe. Damián entró, su rostro era una máscara de furia. Vio
errinche? ¿Qué quieres ahora? ¿Más dinero? ¿Un coc
No quiero nada de ti", respondí con calma, sin dejar de sacar
de diseñador. "No me hagas reír, Elian. No tienes nada. Si
achorro que Damián me había regalado en un raro momento de aparente calidez. Sofí
al día. A las bailarinas les afecta mucho el estrés, ¿verdad, Elian?" Luego, añadió, como si fuera una i
diseñada para avivar el fuego
cto... vale tanto?" Su risa fue cruel. "No te equivoques, Elian. Nuestro acuerdo es claro. Yo te doy lujos,
había dedicado, mi amor, mi lealtad. Solo una transacción comercial. Sentí que el aire me faltaba
el temblor de mis manos. Unos minutos desp
lzura, reemplazada por un tono de triunfo. Se sentó a mi lad
miraba un punto
abes por qué? Porque tu amor lo estaba asfixiando. Tu devoción, tu intensidad... le daban pánico. Él no quiere amor, quiere adora
uel, pero una parte de mí, la parte que había visto el guion, sabía que en la lógica de esta histori
ontra una pequeña mesa de jardín, tirando una jarra de agua que se hizo añicos en el suelo. E
ropiezo como una amenaza. Se lanzó hacia adelante, no para mord
En su pánico fingido, tropezó con sus propios pies y cayó hacia atrás, aterrizando en el césped. Su mano
iciente para que el m