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Joseph Callahan y Louis Darlington se conocieron siendo demasiado jóvenes, y de manera muy rápida se enamoraron y así iniciaron una relación amorosa dulce e inocente. Al finalizar su etapa escolar Louis recibe una beca para estudiar en una prestigiosa escuela de fútbol en Ámsterdam mientras que Joseph tiene la oportunidad de cumplir sus sueños estudiando en una escuela de música en Boston. Continúan siendo una pareja sin importar la distancia en la que se encuentran, fue así durante tres largos años. Pero días antes de llegar a festejar su quinto aniversario Louis comete el peor error de su vida, tomando erradas decisiones que llevan su perfecta relación a su fin, no teniendo la valentía de contarle a su novio que le había sido infiel con una chica desconocida en una fiesta. Luego de algunos años de no haber mantenido contacto se reencuentran, Joseph está muy herido, pero tiene tantas preguntas, tantas dudas sin resolver, pero los sentimientos son tan fuertes que quizás puedan llegar a darse una segunda oportunidad para poder amarse como tanto desean. O quizás es más fuerte el odio, el dolor y la desconfianza y su bonita historia de amor ha llegado a su final.
- De acuerdo, tienes que dejar de llorar ahora, o vas a inundar la ciudad con tus lágrimas, mi pequeño Joseph- Comenta el mayor mientras lleva sus manos al rostro de su novio limpiando inútilmente las lágrimas que humedecen sus rosadas mejillas y sus verdes ojos.
- No quiero separarme de ti, Louis- Habla con su voz temblorosa por el llanto que no cesa.
- Yo tampoco quiero eso, Jos, pero ya verás que el tiempo se pasará demasiado rápido y estaremos juntos de nuevo, viviremos juntos y nos casaremos como ya lo hemos planeado- Intenta consolarlo- Además te visitaré seguido y tú también irás a verme cuando sea posible, ¿No es así, mi amor?
Joseph asiente ante las palabras de su novio antes de lanzarse a sus brazos de nuevo rodeando su torso con sus brazos, Louis sonríe tristemente mientras corresponde al abrazo y deja un suave beso sobre los rizos del ojiverde.
- Prométeme que no te olvidarás de mí.
- No puedo olvidarme del amor de mi vida.
En el aeropuerto suena la voz por los parlantes avisando que Louis debe ir a abordar el avión que lo llevará eternos kilómetros lejos del pequeño que llora con el rostro escondido en la curva de su cuello.
-Debo irme, mi bebé, no conozcas a ningún chico guapo en mi ausencia, o vendré solo para llenar toda su ropa de purpurina de colores, ¿Eh?
Joseph suelta una débil risa antes de alejarse de Louis, el castaño lleva las manos al rostro del rizado para limpiar las lágrimas de sus mejillas.
- Has muchos goles y prepárate para ser el mejor futbolista que el mundo haya conocido.
- Y tú has mucha música increíble, estaré ahorrando para poder comprar cada uno de tus discos y para los boletos VIP de tus giras mundiales.
Joseph sonríe por sus palabras y Louis se permite acercarse de nuevo, esta vez para unir sus labios en un beso suave con sabor a lágrimas y a amarga despedida.
- Te amo mucho, ¿De acuerdo, pequeño?
- Yo te amo más, Lou.
Louis se aleja de Joseph para poder despedirse de su familia, su madre y sus dos hermanas quienes se encuentran igualmente con lágrimas humedeciendo sus rostros. Luego de ello camina hacia la zona de abordaje sin atreverse a mirar hacia atrás una última vez.
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Años Antes
- ¿Ya te sientes mejor, Joseph?
Joseph asiente ante la pregunta de Eider, su mejor amigo, pero su apariencia física no concuerda demasiado con sus palabras, su piel está más pálida de lo normal, a excepción de la punta de su nariz que se encuentra muy roja, sus ojos llorosos y su voz suena muy gangosa.
-He faltado muchos días a clase- Limpia su nariz con el pañuelo que tiene en su mano- Si falto más días, voy a repro...- Una tos seca interrumpe la palabra que está por decir-... bar.
Eider hace una mueca por el estado de su amigo que había pescado un horrible resfriado que lo había mantenido en cama durante casi una semana completa.
-Ugh, ahí está ese idiota de nuevo, ¿No puede dejar de querer llamar la atención todo el tiempo?
Joseph frunce el entrecejo por las palabras de Eider y se da la vuelta para poder observar a la persona que tanto malestar le causa a su buen amigo. En la entrada del colegio hay un chico que nunca había visto, y entiende al instante la molestia del rubio, ya que junto al desconocido se encuentra la ex novia de Eider, claramente coqueteando con él, sin embargo, el castaño está más concentrado observando la camisa del equipo de fútbol del colegio al cual recién había ingresado.
- ¿Quién es él?
- El chico nuevo, llegó hace unos días, es desesperante.
Desesperante no sería la palabra con la que Joseph definiría al chico, sería algo más como "perfecto", desde el primer instante había amado su castaño cabello con un flequillo cayendo en su rostro tapando levemente su ojo izquierdo, se había enamorado de esos ojos azules que algunas veces eran de un color azul y otras veces parecían tener tonos más cercanos al verde, había adorado su nariz respingada y sus labios rosas. Eider lo detestaba porque la chica que todavía le gustaba permanecía detrás de él todo el tiempo buscando su atención. Pero Joseph podría simplemente sentarse todo el día a verlo y a escuchar su voz. Se había enamorado a primera vista por primera vez en toda su vida.
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La pareja se había conocido cuando Louis tenía quince años y Joseph catorce, Louis había llegado a la escuela luego de que su familia se mudara a la ciudad y desde el primer segundo se había apoderado por completo del inocente corazón del adorable chico de rulos, quien reía por los chistes que el mayor contaba en cada oportunidad, lo observaba con una sonrisa enamorada mientras el contrario lucía su mayor expresión de confusión cuando su maestra de matemáticas les entregaba aquellas hojas llenas de ecuaciones y fórmulas por resolver. Fue gracias a esa confusión que Joseph pudo acercarse al mayor, ofreciéndose a ayudarle con sus ecuaciones para que no terminara reprobando el examen que les esperaba a final de mes.
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- ¿Louis?
Louis deja de mover el balón sobre su pie una y otra vez para ponerle atención a la persona que le hablaba, frente a él se encontraba uno de sus compañeros de clase. No habían hablado antes pero el castaño ya se había tomado su tiempo observando al pequeño rizado mientras este se encontraba concentrado en sus exámenes o hablando con su mejor amigo. Su cabello rizado era una bonita mata de bucles de color chocolate que se le hacía de los más adorable, sus ojos de un color verde muy bonito, nariz pequeña y labios rosados, su piel muy blanca y dos hoyuelos se forman en sus mejillas cuando el ojiverde sonríe, sencillamente precioso. Había pensado en cuál sería la manera más efectiva para acercarse a hablarle al bonito chico, pero antes de llevar a cabo alguna de esas ideas parece que el universo había hecho muy bien su tarea llevando al chico hasta él.
- Hola, Joseph, ¿Verdad?
Oh, por favor, Louis, si te sabes su nombre y apellidos completos.
- Sí- Responde el menor con sus mejillas sonrojadas.
- ¿Cómo estás, Jos? ¿Necesitas algo?
- Estoy bien, hum, escuché que reprobaste el último examen de matemáticas.
- Sí- Responde arrugando su nariz en una mueca- Las matemáticas y yo no nos hemos llevado bien nunca.
Joseph sonríe haciendo que los huequitos en sus mejillas aparezcan y Louis está a punto de ponerse de rodillas y rezarle al precioso ser frente a él.
- Lamento escuchar eso, pero no quiero que repruebes el siguiente o estarás en serios problemas. ¿No te gustaría que te ayudara con eso?
- ¿Haciendo el examen por mí?
- Claro que no, Lou, puedo explicarte lo que no entiendas, a mí me va muy bien en matemáticas.
- Te va muy bien en todo, ¿No quieres darme tu cerebro y yo te doy el mío?
- Eso suena como algo muy complicado de hacer.
- Menos complicado que lograr que yo entienda las matemáticas, no entiendo por qué mezclar números y letras.
Joseph suelta una risa y niega con su cabeza.
- ¿Quieres que te ayude para que no repruebes?
- Me encantaría, podríamos vernos en las tardes cuando no tenga entrenamiento de fútbol.
- Perfecto, ¿Cuándo no tienes entrenamiento?
- Hoy, ¿Te parece si nos vemos en la biblioteca?
- No puedo llegar tarde a casa, ¿Te molestaría si vamos a mi casa? No queda lejos de aquí. ¿Puedes pedirle permiso a tu mamá?
- Lo haré, entonces te veo al final de clases.
- De acuerdo.
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Reuniones en las tardes en casa de alguno de los dos, en las horas de receso y los fines de semana, cuando menos lo pensaron pasaban juntos todo su tiempo libre, cuando los exámenes pasaron las reuniones dejaron de ser por motivos académicos y solo compartían tiempo porque el otro se había convertido en su mejor amigo y compañía.
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El entrecejo de Joseph se arruga cuando Louis parece estar escribiendo números al azar en la hoja que se encuentra sobre la mesa en su habitación.
- ¿De dónde...- Suelta una risa-... de dónde sacaste ese número?
- De la suma de este número y de este otro- Señala dos números en la hoja.
- ¿Y por qué estás sumándolos?
- ¿No hay que sumarlos?
- No- Vuelve a reír por la mueca que hace su compañero de clase.
- Juraba que sí, eso lo explica todo.
Joseph golpea su frente mientras vuelve a reír y Louis solo puede sonreír al ver al contrario.
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La atracción el uno por el otro fue creciendo a medida que el tiempo pasaba y ambos compartían más tiempo juntos, se gustaban y eso era evidente para cualquier persona que se tomara dos segundos de su tiempo para detallarlos más de dos segundos. Louis volviéndose más y más protector y cariñoso con el tiempo y Joseph convirtiéndose en el niño consentido y enamorado en el que el mayor lo había convertido con sus atenciones.
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