s te pueden saturar ha
ar
ra logrando que me despertara de mi sueño. Refregué mis ojos y cuando quise estirar mi cuerpo cómod
i a lavar mi cara para luego cerrar las cortinas y que Sara siguiera durmi
tía, esta sonrió al verme y se acercó a mí para acomodarme
– dijo mi tía sentándose en la si
ella – ayer leímos la carta de
cuando tenía su edad – mientras sonreía melancólica - ¿y que decía tu
o enojo hacia el por su casamiento – d
y cambiante y todo con él puede suceder
de mi desayuno – si es lo que nos dijo por la carta, le mandaré avisar a Sara pa
– dijo mi tía mirándo
decida – dije mirándola – sab
Charles – dijo mi tía mirándome - ¿y has pensad
endo mi jugo – a lo único que iré es a ver que quiere mi pa
pero al menos intenta, llevarte
de mi padre y más de esa mujer – mientras terminaba mi desayuno – ahora iré al pueblo p
a ver tu padre? – d
a semana maso menos – dije para acercarme – me voy, no dejes
bía con exactitud cuando seria mi partida para ver a mi padre. Subí al carruaje y partí rumbo al pueblo que estaba un poco lej
e Cha
ró
o violada por Antonio. Sonreí porque su inmensa borrachera, lo llevó a dormirse profundamente y no me había
é aire para comenzar a leer, pero vi a mi nana venir hacia a mi apurada y algo en su mirada me hací
dije confundida y ne
ro – dijo calmando su respi
pasa? – di
jo mi nana nerviosa – me la pas
erviosa por Anto
taría enojada porque no le contestaba. Mis manos temblaban por la posible respuesta de Eli, ella era un amor de persona y muy paciente, pero cu
tas a mandado Eli? – dije
ijo mi nana sentándose a mi lado – sabes cómo es el señor
dije suspirando – leeré esta carta y depende de lo que diga
te con él, sí le dices – di
garra la locura y aparece aquí – dije suspirando
soltando el aire – esperemos que haya tier el sobre para sacar el pape
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Julio d
da Pr
empezar e
on tu actitud de no c
perdido mis cartas, pero estoy muy segura que no es ninguna de ellas. Aun no encuentro respuestas a esto y tam
de un mes y me han respondido que tampoco sabían nada de ti durante estos ocho años. Se perfectamente que sient
erfectamente que cuentas conmigo siempre y s
ucede, aunque eso con lleve a dejar uno
hace 3 años y tú no sabes o te has hecho la enojada, pero
n unos días y espero que te prepares, porque no me iré hasta
os co
ne Bronwing
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a esta carta vendría a verme y me armaría un problema muy grande con Antonio, si la ve aquí en la casa. Mis manos empezaron a sudar por el m
con Eli? – dijo mi n
– no hay nada que hacer, aunque yo l
miedo - ¿pero no hay forma de dete
cómo es Eli, cuando tiene una idea nadie se la saca – hable
ndome – tenemos que hac
a – nada hará que impida que ella venga, tien
espero que nos escuche –
ne tendría graves problemas con él. Ahora lo único que esperaba que hubiera un milagro para que Eli recap
e Ver
con unos guantes negros de raso. La mujer miro el lugar, mientras abría su paragua rojo evitando el sol de la mañana. También del carruaje bajó su esposo, el coronel George Andrew Frederick. Un hombre d
l
el pueblo que me vio crecer. Una sonrisa salió de mí, al recordar los momentos aquí de niña jugan
iño? – dijo Georg
mentos aquí de niña – dije
os días – dijo mirán
nes asuntos en el cuartel de Dombrich – miránd
n el peligro que hay en los caminos – dijo besando
ro como por fuera. Los tonos claros que se pintaban en las paredes eran muy preciosos y delicados, las alfombras de un col
aravillada la casa – es muy lujos
aquí, debemos estar cómodos
llada con la casa – te agradezco de qu
ocupada por tu prima – dijo acariciando mi mejilla con
ro no es así, puede estar enojada con sus padres, pero no conmigo
manos y acariciándola con suavidad – y por
e le ha hecho alg
niendo mi rostro para besar mi frente - ahora relájate y descansa del via
al respeto. Mis padres me habían casado con él sin amor, pero luego de varios años empecé a tomarle cariño por su forma de ser y tratarme. Luego de ese momento tan íntimo entre ambos, la nana de Ev
adoración pura y mi felicidad por igual. Mi esposo tomó a nuestra hija en brazos y
mi pequeña – dije acarici
ndome con esos ojos ig
ue tengo un regalo para ti, prin
– dijo Evangel
pequeña – dijo
os. Caminamos los tres hacía el jardín y me pasó a Eva mientras él iba a buscar su sorpresa. Lue
ijo George con una sonrisa y dejando el
dé sacando el listón para abrir la caja y r
cando a un perrito blanco muy pelu
sonriéndole – debes cuidarlo y amarlo
jo Eva acaricia
siempre la consentía o cuidaba de todo. George era un gran padre y en eso no había d
ando la consiente
me por los hombros – ambas son mi
illa con una sonrisa en mi rostro y luego seguimos
de E