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Historia
Su Confesión, Mi Mundo Destrozado

Su Confesión, Mi Mundo Destrozado

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1450    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:53

a a la deriva entre casas hogar del DIF, ellos eran la familia que siempre había anhela

mero 23, me topé con un video privado en l

aba llorando, con la voz quebrada, mient

ica. Describió nuestra relación como un consuelo, y a

a en su camino. Las dos personas que me habían sacado de las sombras eran ahora las que

iber

n silencio un contrato de investigación de varios años

ítu

del todo. Yo era un fantasma en las casas de otras personas, una observadora silenciosa de vidas que no eran mías. Cada sonrisa se sentía temporal

el sol se

da y estudiosa escondida en la biblioteca, y decidió, sin preguntar, que yo era su mejor amiga. Me arrastró a fiestas, me enseñó

estado allí, una presencia firme e inquebrantable. No solo ofrecía amabilidad; ofrecía un escudo. Vio las cicat

de verano, el aire espeso con el aroma de dama de noche. Sus palabras e

el único hogar que he conocido. Mi corazón

suerte, pensé, más suerte de la que merecía cualquier chica del sistema. Tenía una mejor amiga que er

la cara. Leo había prometido una sorpresa. Carla llevaba semanas insinu

a aplicación de diario que él había programado para nosotros años atrás, un espacio compartido para nuestros pensamientos y recuerdos. Hacía s

neció. Entonces, lo vi. Una nueva carpeta, etiquetada como "Privado - No Abrir". Se me cortó la respiración. Leo nunca me había guarda

, hizo clic. Dentro había archivos de video, fechados de hacía

ioné

ento que nunca había visto. Estaba sentado en el borde

voz quebrada-. La amo, a Carla. Cr

isa, de la forma en que lo hacía sentir vivo de una manera que no se había dado cuenta de que le faltaba. Habló de una "chispa", una "in

imas gordas y pesadas

Es... frágil. Me necesita. Pero Carl

la habitación. Mi mundo no solo se agrietó; se hizo añicos en un millón de pedazos. Se habí

stáculo. Una

Mi "familia encontrada" se había encontrado, y yo era e

que cargaran con la culpa por el resto de sus vidas. Me hab

Dávila, me gustaría aceptar formalmente el puesto de investigación en el Ártico

bajo el refugio del porche, su cabeza descansando en su hombro. Sus cuerpos estaban pegados, un lenguaje secreto que solo el

almente entré al restaurante, mis mejillas estaban

n una alegría que sonaba antinatu

stro lleno de preocupación. Me rode

tás bien? Es

raron con los míos, y luego se desviaron rápidamente. Un de

apartándome de Carla-

una vez nos había unido se había ido, reemplazada por un abismo que se abría ancho y profun

la perceptiva,

vas a de

mirada todavía

gas

sprovista de su habi

erdad la ama*, pensé. *Ya

ratando de aligerar la atmósfera

que combinara con el sabor en mi boca. Sentía como si cada sorbo estuvier

chi. El año anterior, Carla había organizado una búsqueda del tesoro por toda la ciudad. Este año, el silencio era enso

n poco demasiado alta-, ¿qué

sus ojos nublados con al

penas un susurro-, hay al

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