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a a la deriva entre casas hogar del DIF, ellos eran la familia que siempre había anhela
mero 23, me topé con un video privado en l
aba llorando, con la voz quebrada, mient
ica. Describió nuestra relación como un consuelo, y a
a en su camino. Las dos personas que me habían sacado de las sombras eran ahora las que
iber
n silencio un contrato de investigación de varios años
ítu
del todo. Yo era un fantasma en las casas de otras personas, una observadora silenciosa de vidas que no eran mías. Cada sonrisa se sentía temporal
el sol se
da y estudiosa escondida en la biblioteca, y decidió, sin preguntar, que yo era su mejor amiga. Me arrastró a fiestas, me enseñó
estado allí, una presencia firme e inquebrantable. No solo ofrecía amabilidad; ofrecía un escudo. Vio las cicat
de verano, el aire espeso con el aroma de dama de noche. Sus palabras e
el único hogar que he conocido. Mi corazón
suerte, pensé, más suerte de la que merecía cualquier chica del sistema. Tenía una mejor amiga que er
la cara. Leo había prometido una sorpresa. Carla llevaba semanas insinu
a aplicación de diario que él había programado para nosotros años atrás, un espacio compartido para nuestros pensamientos y recuerdos. Hacía s
neció. Entonces, lo vi. Una nueva carpeta, etiquetada como "Privado - No Abrir". Se me cortó la respiración. Leo nunca me había guarda
, hizo clic. Dentro había archivos de video, fechados de hacía
ioné
ento que nunca había visto. Estaba sentado en el borde
voz quebrada-. La amo, a Carla. Cr
isa, de la forma en que lo hacía sentir vivo de una manera que no se había dado cuenta de que le faltaba. Habló de una "chispa", una "in
imas gordas y pesadas
Es... frágil. Me necesita. Pero Carl
la habitación. Mi mundo no solo se agrietó; se hizo añicos en un millón de pedazos. Se habí
stáculo. Una
Mi "familia encontrada" se había encontrado, y yo era e
que cargaran con la culpa por el resto de sus vidas. Me hab
Dávila, me gustaría aceptar formalmente el puesto de investigación en el Ártico
bajo el refugio del porche, su cabeza descansando en su hombro. Sus cuerpos estaban pegados, un lenguaje secreto que solo el
almente entré al restaurante, mis mejillas estaban
n una alegría que sonaba antinatu
stro lleno de preocupación. Me rode
tás bien? Es
raron con los míos, y luego se desviaron rápidamente. Un de
apartándome de Carla-
una vez nos había unido se había ido, reemplazada por un abismo que se abría ancho y profun
la perceptiva,
vas a de
mirada todavía
gas
sprovista de su habi
erdad la ama*, pensé. *Ya
ratando de aligerar la atmósfera
que combinara con el sabor en mi boca. Sentía como si cada sorbo estuvier
chi. El año anterior, Carla había organizado una búsqueda del tesoro por toda la ciudad. Este año, el silencio era enso
n poco demasiado alta-, ¿qué
sus ojos nublados con al
penas un susurro-, hay al

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