tas, los brazos rodeándolas y la mirada fija en la nada. La luz tenue del baño dibujaba sombra
a gritado. Y cuando ella intentó contestar, la mano
amiento. Su fuerza se guardaba para el escenario, para las luces, p
ón contra el cuerpo frágil de la mujer que decía amar. Ella se vistió despacio, recogió sus cosas
-
aba sin tomarlo. Desde el ventanal del salón, los primeros rayos de sol acariciaban los muebles oscuros
urmuró ella sin l
respondió
ensam
adeó la
ta sentirm
or
runció
rías sab
es mujer para ti, Greco. Tiene el corazón enfermo de vanidad. Si i
no podía sacarse de la mente. Esa bailarina. Ese momento fugaz en
-
su familia. Las flores comenzaban a estallar con la prim
reco? -pregunt
-respondió la vo
que no voy a seguir e
na joven doncella la miraba con temor.
n hecho sentir que
n no re
A mí tampoco.
seguridad cruel de quien
-
vida. Y, en efecto, le iba. El sudor se mezclaba con el dolor y la disciplina. La músi
la profesora-. Est
nsó en escapar, en correr hasta un lugar donde nadie supiera su nombre. Pensó en
-
illos del club privado con
n su pareja, Paolo Ricci. Tiene buen talento... y una mirada que no deja dormir
que la
os ojos abiertos. Y avísenme
-
a molesto porque la cena se enfrió. Porque su jefe le gritó. P
una cerveza. Bastó una palabra mal entonada
laba entre las piedras de las calles antiguas. En el club de Greco, la música suave se mezcla
tapizada en terciopelo oscuro. Dante, a su derecha, hoje
atención en una bailarina -
ía un trago de whisky con hielo, los
de explicar. Lo sentí en ese tea
adeó la
r a sacarla de su mundo
eco-. No mientras
ones con gente sucia. Mal
retó los
está lista para que y
entró. Vestida de rojo, con tacones que resonaban sobre el piso de mad
udó con voz melosa, posand
no se
ub
odíamos habl
apidez. Se levantó y se al
edarme mucho
, mordiéndo
ara mí, siempre encuentra
de del
inclinó
solo, Greco. Tienes demasiado en los h
artó lig
ndo consuelo. N
a de Rubí
r esa b
directamente p
s de qué
ni siquiera te conoce! Pero ya ti
Su sombra se ala
o para celos in
puso de pie, per
o eres inmune. Recuerda
inclinó h
amente
e a
-
a ciudad parecía en pausa. Pero dentro de ella, una guerra silencio
ba. Al menos por ahora. Abrió la pu
jarrón roto
etrocedió. Paolo había est
eléfono vibró. Era un
ola. Te est
. No sabía si sentir
**
. Estaba saliendo del camerino cuando lo vio: un hombre alto, de cabello oscuro, con el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados como si llevara décadas sin sonreír. No dijo un
nces, como si él hubiera sentido que se había dejado ver demasiado, desapareció entre las sombras del pasillo.Un suspiro se le escapó ahora, al recordarlo.

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