img EL VICIO DE GRECO  /  Capítulo 3 ⚫SOMBRAS ENTRE ECOS🌒 | 23.08%
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Historia

Capítulo 3 ⚫SOMBRAS ENTRE ECOS🌒

Palabras:1898    |    Actualizado en: 11/11/2025

e las lámparas italianas. Greco, impecable como siempre, descendió del Alfa Romeo negro, su

cha con un movimiento sutil de ca

quella bailarina le habían dejado una inquietud nueva, como una grieta en su habitual indiferencia. Apenas entraron, el ambiente de humo, whisky y murmullos se cerró sobre ellos. El salón estaba decorado con te

u

lo hubiera estado es

cación precisa. No sonrió. No o

invadía el aire. Se detuvo a centímetros d

eguirás huyendo de mí como

a noche es de negocios -re

ve, casi musical, pero

ser tu alivio... después de tanta presión. Un

Greco dio un paso al costado, se

alivia con juegos,

Lo deseaba, y lo deseaba en serio. Él lo sabía. Pero también

ez lo que necesitas está justo

nde ya lo esperaban dos de sus contactos, de

l club, Rubí se miró en el espej

Luego se rió de sí misma y sacó su móvil. Una foto de Greco, toma

s mío, Greco Leone.

as en el aire, pero sus ojos estaban cargados de una extraña melancolía. No sabía que, en algún rincón de la ciudad, un hombre de

ANTO AUN EN

util sobre la punta de sus pies, era una súplica muda por perfección. No se daba permiso para el error. Las luces del escenario la envolvían en una cápsula de soledad hermosa, pero exigente. Mientras giraba con

Pero su recuerdo y

***

ficina la ciudad que lo obedecía y lo traicionaba a partes

ntaron esta semana. Parece que no enten

er a enviarlo -dijo Gr

na notificación apareció en

do, amore. ¿Por qué no dej

alla sin responder. D

insis

iar entre un no elegan

uando se canse

por encima d

mo ella no se

pasillos del Palazzo Strozzi, donde colgaban cuadros de coleccionistas rusos, Rubí

s? -le dijo ella, acercándose

son invitados -respondió é

tarme cómo supe q

esito h

interrumpiéndole el paso.

osa, Greco.

enc

, lo entenderé... p

n susurro, sin agresividad pero c

Pero contigo t

sonrisa se quebró, ape

vere

ríptica, como una adverten

a, con el abrigo cerrado hasta el cuello, cuando un auto negro se detuvo cerca. Su cuerpo se tensó. Una parte de ella se asustó... pero el cond

abía visto. Que, por un segundo, su

a con una copa en la mano y una libreta abierta. En una p

. ya veremos

ltimos elementos de utilería. Detrás del telón, el aire olía a maquillaje y esfuerzo. Arianna permanecía de pie, aún con la respiración agitada p

la, mientras le daba un ligero codazo-. Te juro que cuan

para todos... menos para ella: cuando su mirada se cruzó con la del hombre en la tercera fil

-preguntó Ari

qu

ro, mirada intensa... parecía fuera de

recerró los o

de que no vino a disfrutar del ballet, sino a mand

vía con una mezcla de miedo y atracción. No sabía su nombre. No

-

ropios pasos se perdía entre la música residual y el murmullo lejano de los apl

mando, vigilando a su jefe como quien

ejó escapar el humo-. Y no m

El

re el escenario, tan frágil y feroz al mismo tiempo, era una imagen que no lograba de

casualidad en

delineados con una intención peligrosa. Su perfume invadió el pasillo antes que ell

e gusta el

ecesariamente cercano-. Aunque confieso que me sentí un poco...

alejaba con la excusa de hacer una llamada

y ocu

e nuestra cena con tu abuela, ha

o se volteó, seco, sin si

a. Se detuvo unos segundos, observando la puerta

inalmente-. Las bailarinas rom

sin volver l

-

lía a jazmín. Al fondo, Paolo la esperaba, como siempre, c

spectáculo? -pregun

dejando caer la bolsa con sus zapat

uando terminaste? ¿Quién era es

esponderle con todo el veneno que tenía acumulado.

as

violencia, pero con esa presión pa

a olvidarlo por un imbécil tr

puerta, supo algo con certeza: ese desconocido no era un simple espectador. Su

-

plaba la noche desde su terraza. Dante volv

s un pr

ella, entrando al camerino. Observando desde l

-dijo Dante-. Y

noche olía a traición y e

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