ecieron casi al instante. Flanquearon a Fr
-dijo uno de ell
, su rostro una más
ignidad, por los viejos tiempo
a, su voz un susurr
derás tu lugar. Y tu primera lección es que nunca,
propia voz inquietantemente tranquila-,
n sus ojos, una pequeña grieta en su justa ira. Pero desapareció ta
sido... -co
har las mentiras, las retorcidas justificaciones q
mente creía que ella era la villana de su historia. Veía a Amalia como
ose en hielo. Apretó los pedazos rotos del relicario en su mano,
su voz desprovista de tod
silenciosa. Los guardias la agarraron
o Arturo, y s
echo. Por un segundo, pensó que podría entrar en razón, que el
, sus ojos escan
-. Tenemos una fiesta de compromiso a la que
vuelta y se alej
o roto y hueco. Por supuesto. Todo era parte
n coche. La llevaron a una casa de aspecto abandonado en las afuer
mbres se tron
amos una lección. Pero qu
na cosa c
os lugares para
, concentrándose en el dolor para evitar hacerse añicos por completo. Pensó
los hombres hablar
e esté haciendo esto
rado de la otra. La chica de aspect
ijo que siguiéramos h
inclinó y
discusión, años atrás. Amalia había derramado "accidentalmente" tinta sobre el proyecto fina
do allí. No había
alando con un dedo tembloroso a una A
oz teñida de decepción-. ¿Por qué siemp
preguntado Frida, con
ara consolar a Amalia-. Y te veo gritándole a una chic
bía visto en ella. Cualquier acto de bondad de su parte era torcido en malicia, mientra
una debilidad que rara vez mostraba. Pero
estaba convirtiendo en un lugar familiar
Los pedazos rotos. Miró a su alrededor frenéticamen
agudo de sus costillas magulladas y el profun
ieron y se desp
ró Arturo. La miró, su e
ahora? ¿Tratando de
surró, su voz ron
n sonido larg
ios, Frida. Se ha ido
te, sus ojos muy abi
ndo su cartera-. Uno mejor. ¿
e quedó en