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"Tú necesitas una novia y yo un novio. ¿Por qué no nos casamos?". Abandonados ambos en el altar, Elyse decidió casarse con el desconocido discapacitado del local de al lado. Compadecida de su estado, la chica prometió mimarlo una vez casados, pero no sabía que en realidad era un poderoso magnate. Jayden pensaba que Elyse se había casado con él solo por su dinero, por eso planeaba divorciarse cuando ya no le fuera útil. Sin embargo, tras convertirse en su marido, él se enfrentó a un nuevo dilema: "Ella sigue pidiéndome el divorcio, ¡pero yo no quiero! ¿Qué debo hacer?".
"¿Adónde vas?".
En el momento de la boda, Elyse Lloyd entró en estado de pánico mientras agarraba la muñeca de su novio, Theo Ward, con la mirada desesperada. El recinto se encontraba lleno de familiares y amigos de ambos, que estaban sentados y expectantes. El oficiante le acababa de preguntar a Theo si estaba dispuesto a casarse con Elyse. En lugar de responder, lo ignoró, contestó al teléfono e hizo un brusco movimiento para irse.
"Kaelyn sabe lo de nuestra boda y ahora amenaza con tirarse de un edificio. Sabes que ha estado deprimida, ¿verdad? Tengo que ir a salvarla", dijo el joven con impaciencia, apartando a Elyse de un empujón.
Debido a la fuerza que ejerció, ella se torció el tobillo. Mientras se desplomaba en el piso, estiró desesperadamente la mano para retenerlo.
"¡Hoy es el día de nuestra boda! ¿Qué se supone que debo hacer si te vas ahora? Recuerda que Kaelyn Bennett ya te ha traicionado antes. Te ha causado tanto dolor, ¿por qué todavía te preocupas por ella?".
La expresión de Theo se volvió aún más fría. "No estás en posición de juzgar lo que pasó entre Kaelyn y yo. A pesar de sus defectos y del sufrimiento que me causó, no te puedes comparar con ella".
Un dolor agudo atravesó el corazón de Elyse al darse cuenta de que su novio nunca había dejado de pensar en Kaelyn. Para él, ella nunca sería tan importante como esa mujer.
"¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué me tratas así? Por favor, espera hasta que termine la boda. Estamos a punto de intercambiar anillos. Puedes irte después".
Theo esquivó la mano extendida de Elyse y le dijo con voz despectiva: "Te preocupa más esa ceremonia que la vida de una persona. No tienes corazón. Tenemos que aplazar la boda".
Ignorando su rostro pálido, el hombre se alejó del altar decorado, indiferente a las miradas perplejas y preocupadas de los invitados.
Cuando el novio se marchó, la multitud se sumió en el caos.
"¡No, por favor, no me dejes, Theo! ¿Qué voy a hacer sin ti?, gritó Elyse, con la voz entrecortada, sentada en el piso.
Su cuerpo tembloroso y las lágrimas que arruinaban su maquillaje daban lástima. El hombre al que amó durante tres años había elegido, sin dudarlo, a otra mujer en lugar de a ella en el día de su boda. Aunque le embargaba el sufrimiento de Kaelyn, parecía indiferente a la profunda sensación de pérdida y humillación de Elyse, dejándola abandonada en el altar.
A su alrededor, innumerables pares de ojos lo presenciaron; algunos invitados se burlaban de ella, otros expresaban su simpatía y muchos se regodeaban. Elyse nunca había experimentado semejante tormento.
Su padre, Lanny Lloyd, se acercó y, en lugar de consolarla, la reprendió con dureza: "¡Ni siquiera puedes retener a un hombre! ¡Qué inútil!".
Tras sus duras palabras, se marchó con su esposa, Glenda, sin mirar atrás.
Su hermana, Mabel, salió de entre la multitud con una sonrisa burlona. "Vaya, qué vergüenza, Elyse. Tu novio huyó y ahora eres la burla de todos. Me avergüenzo de ti. Imagínate cómo se sienten mamá y papá".
Con esas palabras, se dio la vuelta y también se fue.
Uno a uno, todos los miembros de la familia de Elyse se alejaron, dejándola completamente sola.
Al principio, los parientes y amigos de Theo se sintieron responsables; pero al ver la reacción de la familia Lloyd, todo rastro de culpabilidad desapareció.
"Ni siquiera sus propios padres la apoyaron. Parece que no es todo culpa de Theo".
"Sí, si fuera una buena mujer, ¿por qué la dejaría su prometido?".
"¿Ella lo engañó? ¿Qué otra cosa haría que su novio la dejara así?".
Los murmullos críticos de los invitados que la rodeaban se hicieron cada vez más fuertes y ásperos.
De repente, Elyse escuchó ruidos cerca. Al girarse, vio a un hombre de traje sentado solo en una silla de ruedas.
El oficiante, con nerviosismo, preguntó: "¿Dónde está su novia?".
Secándose las lágrimas, Elyse paró a un empleado que pasaba por su lado y preguntó: "Ese hombre es el novio, ¿verdad? ¿Dónde está su prometida?".
El trabajador la miró y respondió: "No vino. Escuché que era porque no podía soportar su discapacidad".
"¿Y él ha estado esperando aquí todo este tiempo?".
El empleado asintió.
El novio en la silla de ruedas se encontraba de espaldas a Elyse y los separaba una distancia considerable, así que ella no pudo ver su expresión; pero empatizó con el dolor del rechazo. Ambos eran desafortunados y abandonados.
Tras un momento de reflexión, una mirada decidida apareció en los ojos de la joven. Aunque había amado a Theo durante tres años, él la traicionó. ¿Por qué iba a seguir siéndole fiel? Se dio cuenta de que ya no lo necesitaba en absoluto.
Cuando se puso en pie, los invitados que habían estado susurrando y burlándose de ella se quedaron en silencio. Todas las miradas se centraron en ella cuando se levantó el dobladillo del vestido y se dirigió con confianza hacia el novio abandonado.
La visión de una novia con un vestido blanco acercándose dejó a sus invitados atónitos.
Al oír los susurros a su alrededor, el hombre de la silla de ruedas se giró despacio.
Elyse se detuvo y contempló al apuesto joven, en cuyos ojos apareció un destello de sorpresa. Luego le tendió la mano y le dijo: "Hola, me enteré de que necesita una novia. Mi prometido acaba de dejarme. ¿Qué tal si nos casamos?".
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Belinda pensó que, tras el divorcio, separarían sus caminos para siempre: él podría vivir su vida como quiera, mientras ella podría dedicarse a disfrutar el resto de la suya. Sin embargo, el destino tenía otros planes. "Cariño mío, estaba equivocado. ¿Podrías volver conmigo?". El hombre arrogante, al que una vez ella amó profundamente, bajó humildemente la cabeza. "Te ruego". Belinda apartó con frialdad el ramo de flores que él le había regalado y respondió fríamente: "Es demasiado tarde".