dolor de cabeza. La imagen de Alina, pálida y temblando en la piscina
Ricardo? -preguntó Karla,
resp
or la muñeca. La miró fijamente, realmente la miró, por primera vez en seman
su voz baja-. ¿Realm
n el coche se
stante-. No vale mucho, lo sé, pero significaba el mundo para mí
atrajo en un abrazo. Estaba cansado de pelear, cansa
ías estresantes. -Pensó en los ojos fríos de Alina,
ablos mañana -dijo-.
vieron al instante. Se echó h
aballo que le dist
u pecho. Le daría a Karla todo lo que una vez le había dado a Alina. La reemplaza
eléfono, tomándose una selfie junto
ada en un taxi, de camino a la clínica para ver a David. Mi
ie de Ricar
por cierto, ¿el relicario? Lo compré en un tianguis por cien p
on. Escribió una sola pala
u teléfono y miró por la ventana
trasero, agarrando un pequeño bloque de madera. Parecía tan
correo electrónico de una clínica neurológica suiza confirmó que aceptarían a David en su programa de renombre mundial. El correo mencionaba
ivio. Era un mila
dejar atrás, y quería despedirse de Héctor, el jefe de personal de la casa de los de la Vega des
, prometiendo volver en unas horas. Luego
su madre cuando Héctor irrumpió en la
¡Tiene que ir a l
pasa,
Y la señorita Robles. Ella... ella afirma que Lucero la
tuvo. No Lucero. No su
llamando a un taxi con un gesto frenético. Su corazón latía en su pecho, un tamborileo salvaje