lo de Karla. Su voz era densa con una ternura que Alina no había escu
des e inocentes ojos na
, Ricardo. Ni siquiera debería estar a
e levantó la barbilla-. El puesto de Sra. de
le escapaba de los pulmones, y tropezó hacia atrás contra la pa
a vio. Su expresión cambió instantáneamente
n paso adelante, posicionándose defensivamente frente
tor dolió más q
del pasillo. Su voz estaba ronca por las lágrimas no derramadas-. Ricardo, lo qu
de Ricardo, pero desapareció en un instante. La prese
iera lo toqué -dijo
tó Alina, con la voz quebrada
Ricardo, su voz goteando falsa simpatía-. Es todo culpa mía
uevo, rodeándola con u
celosa. -Miró a Karla, luego se inclinó y la besó
er más afortunada de la Ciudad de México, la Cenicienta que había capturado al príncipe. No veían los barrotes de su
su voz plana y mue
a mano de Ricardo se disp
an rá
s estab
o quiere ponerle un suero de nutrientes para ayudar con el shock, pero le aterrorizan las agujas. -Su mira
su mente negándose a proc
Qu
ngre raro. Tú también. Es
n se aseguraba de que tomara sus suplementos de hierro, quien la regañaba si se veía dema
sangre -dijo débilmente, una mentira d
Ricardo-. El gesto es lo que importa.
ia atrás y
, corazón? ¿D
virtiendo su humillación en un espect
Ricardo aparecieron, agarrándola de los brazos. La arrastraron ha
io su propia sangre, oscura y roja, serpentear a través del tubo
la miró con
le sacamos una pinta complet
a la puerta con Karla envuelta
les digo cu
La visión de Alina comenzó a desdibujarse en los bordes. El mundo se desvaneció a un gris op
estaba echada sobre ella. Le palpitaba la cabeza y una debilidad
u catre, desechada como basura
rdo de antes de desmayarse. La
iero su sangre en mí. Se
fácil de
quiera
rde del colapso, solo para tirarla. No se tratab
opia fuerza vital, supo que él lo había logra