rial para su hermano autista, David, un raro acto de rebe
torturando a David a distancia con luces estroboscópicas y chirri
avid, todo porque su nueva obsesión, una becaria llamada
quejaba, David sufría. Cuando Karla fingió un accidente de coche, Ricardo obligó
uenta de que Ricardo veía a David como un
llo de Alina, Lucero, justo delante de ella. Este acto monstruoso encendió una ira fría y lúcida en el
ítu
os como su hermano, David. Usó una tarjeta prepagada y un correo electrónico desechable, cubriendo sus huellas con la p
enteró de todos modo
lueta contra el resplandeciente horizonte de la Ciudad de Méx
salidita, cora
o con la mente de un niño pequeño, se mecía de un lado a otro en su cama, tarareando suave
d. Era un sistema personalizado que había mandado a instala
su voz peligrosamente suave-. Si quieres h
n inter
amente, y un chirrido agudo y discordante llenó el aire. David se encogió, llevándose las manos a lo
Alina, abalanzándo
or la muñeca, su ag
necesita aprende
onido que le partía el corazón a Alina en mil pedazos. Podía sentir su terror, su confusión, su dolor. Est
lo -suplicó, con las lágrimas corriendo
talla. Parecía disfrutar de la escena-. Esto te duele a ti mucho m
era un eco lejano comparado
sto? -sollozó, co
o del sistema. Una pulsación más y el volumen
rla llor
ambiciosa becaria de ojos inocentes que se ha
que ver es
clima-. La molestó. Y cuando Karla está molesta, yo me molesto. Y cuando yo estoy molesto... -Hizo un gesto hacia la p
torturando a su hermano autista por una m
Se deslizó al suelo, con la mirada fija en
o que teng
a mejilla con el pulgar, un gesto que una vez fue tierno y ahora se sentí
con esa misma s
ieres llevarlo al c
a, un sollozo ahogado
na c
sonido de las respiraciones agitadas y asustadas de David desde el
Alina -dijo-. Estás aquí porque yo
l frío suelo de mármol, la imagen de su
re había
ta del diminuto departamento que compartía con David después de que sus padres murieran en un accidente de coche dos años
llido estaba en la mitad de los edificios de la ciudad. Era un príncipe de la
aba de mesera. Él había derramado champaña en su uniforme barato, y en
eocupe, e
bía conocido a una mujer que
n grandioso que bloqueó el pasillo. Hizo que escribieran en el cielo sobre el Bosque de Ch
necía a su mundo de jets privados y riqueza infinita. Esto
endo café y observándola trabajar. No presionó. Solo esperó. Una noche, la encontró acurrucada en el callejón, llorando de agotamien
que sus defensas com
n caballo, una hermosa yegua que llamó Lucero, cumpliendo un sueño de la infancia que había enterr
es, con el brazo de Ricardo rodeándola, les dijo a sus lápidas que finalmente ha
encontrado un
resa, toda ojos grandes e inocencia fingida. Y Ricardo, un hom