ó, vencida. Desde el nacimiento de Emma, su cuerpo se negaba a volver al que fue, a pesar de su constante lucha con ejercicios
mentos parecía
idente que no estaba de acuerdo con el vestido que elig
do, balbuceó algo y le ofreció su mano. Después de forzar una sonrisa con los anfitriones, su esposo desapar
d se le acercó y sin molestarse en o
ir algo que cubr
considerables atributos y sus mejillas se encendieron ante la ve
ta de negocios, L
se quebraron en su garganta, y n
te a ellos, la fiesta de los Windsor se desarrollaba con normalidad y algunas parejas se detuvieron a saludar, así que Elizabeth se obligó a sonreír de nuev
pero la mirada cortante de Richard la detuvo. Lo vio negar con la cabeza y Elizabeth se dio cue
ró alrededor y se alegró al encontrar a su
radiando la confianza y elegancia de siempre
sionado -respondió Liz, devolvien
a ligera y la tomó del brazo, guiándola hacia un p
llamando la atención de los que identificó como los solteros empedernidos de su círculo
otra copa, pero ella vo
ue beba esta noche -
eó una ceja delineada a la perfección-. Te odi
os de ellos ni del efecto que causaron en ella sus palabras. Buscó a Richard casi por instinto
ar al jardín. Al sentir el aire fresco, inspiró con fuerza, tratando de calmar las lágrimas
o una corpulenta figura se deslizó a su lado. Reconoció a Nathan Kingsto
o contenido que le cortaba el aliento. Era un enigma, luciendo un traje oscuro a medida, siendo apenas ilumina
bordado en una esquina que ella tomó con un leve temblor en las
egle por ti lo qu
el tipo que se involucraban en dramas ajenos, pero ahí estaba, o
murmuró, mirando hacia el suelo para evita
baja y seca, que le crispó lo
ha funciona
cluso agradecerle el gesto del pañuelo, Nathan se puso de
ída
a a los baños. Sintiendo una mezcla de alivio y desasosiego, Elizabeth se secó las lág
e preguntó que si eso le daba cierta valide
aminó hacia la barra, donde el cantinero la miró con sorpresa cuando se interpuso entre un señor y el whi
orriera su garganta, pero su breve momento de pa
ebató el vaso de las manos y lo apoyó con fuerza sobre la barra-. Emma no deja de
ro él ya le había dado la espalda, lo vio marcar algo e
ma. La encontró en un rincón, sollozando en los brazos
susurraba palabras de consuelo. Sus sollozos se fueron calmando, y
sofá, jugando con Emma y los gemelos de los Windsor. La fiesta a su
para informarle que su esposo ya se había marchado. Algo dentro de ella se agrietó ante esas